La Asociación Social Asistia nació en junio de 2016 desde la empresa privada Asistia con el objetivo de "movilizar la ciudadanía social, la responsabilidad social y el voluntariado", explica Miguel Carvajal, vicepresidente y técnico responsable de los proyectos de la asociación.

Combatir la soledad de las personas de la tercera edad fue uno de los retos que se propusieron, por lo que se centran en ofrecerles ayuda y "en el envejecimiento activo". Aunque estas sean sus líneas de actuación, Carvajal considera que, con sus actividades, "se va a beneficiar la comunidad".

Dentro de sus proyectos destaca el Programa de Alojamiento de Jóvenes con Personas Mayores, que, de momento, tiene más demanda por parte del grupo de edad más avanzada. Aunque, según Carvajal, "convencerles es una labor costosa", dado que es difícil "que la persona mayor atienda a un joven que no conoce de nada".

Para esta iniciativa, la asociación tiene un convenio con la Universidad de La Laguna (ULL) y la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC). Por ahora solo hay convivencias activas en esta última, una desde diciembre y otra desde el mes pasado. "El convenio está firmado y estamos pendientes de reunirnos con varios vicerrectorados para ver las líneas de actuación y cómo darle impulso al proyecto".

En uno de los dos casos -en el que los voluntarios tienen 23 y 75 años-, el de menor edad llama con cariño "abuelo postizo" a su compañero. "Están encantados", afirma Carvajal. "El espíritu del proyecto es que el joven se beneficie de un alojamiento y que preste su compañía, afecto y atención". El objetivo no es ofrecer ayuda a domicilio, sino "que la persona esté acompañada". El estudiante deberá dedicar a la otra persona "como mínimo cinco horas semanales", y no aislarse en su habitación. "Se quiere llevar a cabo una interacción real".

Los requisitos para participar son -además de superar los dieciocho años y, en el caso del mayor, los sesenta- no padecer "ninguna enfermedad infectocontagiosa ni trastorno de conducta grave" y tener autonomía "para realizar las actividades básicas de la vida diaria", en ambos casos. También tendrán que aceptar el acuerdo de convivencia, por el que habrá que "pagar a medias la facturación del hogar".

El joven se hará cargo de su comida, pero "no va a pagar nada en régimen de alquiler", y el mayor deberá disponer de una vivienda con una habitación extra. Para formar parte del programa de alojamiento, se empezará a cobrar la cuota de socio -treinta euros al año-, con lo que se tendrá descuento en los talleres que realicen.

La asociación difunde su actividad en su página web (www.asociacionsocialasistia.org) y en las redes sociales, además de en congresos, radio y televisión.

De cara al futuro, quieren ofrecer talleres -como el de fotografía y conocimientos básicos del móvil, que tendrá su segunda edición en el mes de abril- y organizar salidas de ocio, culturales, recreativas y deportivas.

"La idea es que si conseguimos la financiación adecuada podamos ofertar todos los meses estos talleres para activar a los mayores, que no se aíslen y participen".

Esta iniciativa de convivencia se realiza en Europa desde los años ochenta, según explica Carvajal, y en España desde los noventa.

Hace unos años, Cruz Roja intentó llevar a cabo en Canarias un proyecto parecido "pero no llegó a salir", por lo que esta es la primera vez que este programa tiene resultados en el Archipiélago.