Siempre es bueno innovar, pero si las nuevas ideas aprovechan el potencial de las nuevas tecnologías, mucho mejor. La Universidad de La Laguna y la Fundación Mapfre acaban de poner en marcha una cátedra de Tecnología y Educación que persigue justo eso: visibilizar y reconocer todas las experiencias de este tipo que tienen lugar en centros de las Islas, gracias a profesores anónimos, y premiar las mejores apuestas en tecnología educativa. El reto: contribuir al cambio de modelo educativo -más aprendizaje activo y menos clase magistral- y a la introducción de las TIC (tecnologías de la información y la comunicación) en el aula. Porque hay que cambiar mentalidades, pero también herramientas.

El catedrático en Tecnología Educativa Manuel Area dirige desde hace unas semanas esta cátedra, fruto del trabajo que ha desarrollado durante casi dos décadas su grupo de investigación. El Laboratorio de Educación y Nuevas Tecnologías se puso en marcha en 1999 y ha liderado varios proyectos, algunos con financiación internacional, relacionados con el uso de herramientas tecnológicas en la enseñanza. Su éxito se debe a que es un espacio de encuentro inusual: participan profesores del sistema escolar e investigadores universitarios.

"Está funcionando bastante bien porque es un tipo de foro que no existe. O bien hay congresos de universitarios o hay de profesores de Primaria o Secundaria, pero no es habitual mezclar estas enseñanzas". Ahora la fundación Mapfre ha decidido financiar, con una partida inicial de 15.000 euros, los primeros 18 meses de esta iniciativa.

Este grupo, además, ha colaborado durante todos estos años con la Consejería y el Ministerio de Educación. "Los datos que tenemos, porque hemos evaluado en varias ocasiones el uso de las TIC en las escuelas canarias, evidencian que hay un nivel aceptable de conectividad de los centros a internet, de disponibilidad de herramientas tecnológicas y, sobre todo, que hay grupos de profesores muy innovadores con la tecnología. Son todavía minoritarios, funcionan a nivel individual, pero es algo que se va contagiando. En esas aulas se trabajan prácticamente todos los aspectos que estos días se tocan cuando hablamos de TIC y educación, como la robótica educativa o el aula invertida", señala. Y, "poquito a poco", se va generalizando "una metodología de enseñanza basada en aprendizaje por proyectos con tecnologías, aunque falta mucho camino por recorrer".

A su juicio, la educación necesita más recursos económicos, pero también un cambio en las creencias de los profesores. "En la educación aún sigue vigente el paradigma de aprender por recepción. Alguien expone y el resto asimila. Estamos en un tiempo de cambio, de pasar de ese sistema de aprender por recepción, a través del libro de texto y los exámenes, a una pedagogía más activa", donde el uso de la red sea clave. La calidad educativa no depende siempre de la proporción de alumnos por cada profesor. "Es importante el número de profesores, pero más importante el tipo de práctica docente. Un profesor con diez alumnos puede obtener peores resultados que otro con 20 que desarrolla un proyecto educativo con más entusiasmo".

El envejecimiento de las plantillas, acusado en todos los niveles por las dificultades para reponer personal durante la crisis, no es necesariamente un obstáculo para la innovación. "Los estudios dicen que los profesores más innovadores no necesariamente son los más jóvenes, sino los de mediana edad. Necesitan tener experiencia pedagógica y estar habituados a la cultura digital".

Para lograr que este cambio funcione con efecto dominó, una de las claves es la formación. "Yo soy profesor de futuros maestros, de estudios de grado y posgrado, y creo que es insuficiente la formación que se está ofertando ahora mismo en tecnología en la Universidad de La Laguna. Es solo una optativa. Sorprende que en pleno siglo XXI, en el plan de estudios de la ULL sea una asignatura optativa y no algo sustantivo que debiera adquirir cualquier futuro profesor, porque se va a encontrar una escuela digital".

Area también cree que ha llegado el momento de modificar la fórmula tradicional de enseñanza. "Eso de que todo el alumnado y todo el profesorado tiene que ir determinados días a clase, y que el estudiante debe estar cuatro o cinco horas diarias sentado recibiendo oleadas de docentes... Yo creo que eso hay que cambiarlo. Igual que la banca ha cambiado o la compra on line, la educación, sobre todo en la universidad, tiene que mezclar justo eso: situaciones de enseñanza presencial con más actividad formativa on line. Caminar hacia un modelo híbrido".

Además, el profesor cree que una vía que debe explorar la Universidad para captar más alumnado, no solo en Canarias sino en Latinoamérica, es ampliar la oferta de formación a distancia. Serviría para mejorar los datos de matrícula, pero también para que la propia Comunidad Autónoma hiciera o reforzara la diplomacia cultural. "Para muchos estudiantes de América del Sur tener un título español es muy importante, y todos no pueden desplazarse. Nosotros tenemos buenos profesores y precios competitivos".