Con independencia de que las 800 personas que intentaron ver a Sánchez (la mitad ni pudo llegar a la sala) más que dupliquen la asistencia de ayer, el pálpito a su favor, que incluso admiten algunos que están con Díaz, se nota en el entusiasmo, como pasó en 1998 con Borrell. Díaz habla de ilusión y esperanza, pero ayer no se oyeron consignas a su favor, ni hubo pancartas, protestas contra las gestoras o críticas a los poderes fácticos y mediáticos que maldicen ahora a Sánchez, quien presentó a Rajoy como líder de la ultraderecha. Más allá de si su proyecto es solo personal, la autonomía de Sánchez parece llegar más, mientras Díaz insiste en llamar a Podemos "izquierda inútil" sin descartar por eso un pacto. Frente al asalto a los cielos, ella quiere mejorar la tierra para los trabajadores y para que los indignados, "que tienen razones sobradas", voten otra vez al PSOE, entre otras cosas para que, como ocurría antes de la crisis, los salarios supongan el 50% del PIB y no el 47. Eso sí, y por error inducido de López Aguilar, ayer dijo que IU tuvo casi 3 millones de votos en 2008 y que hay 4 que no están votando, cuando la verdad es que IU no llegó al millón.

Lo que sí tiene es el apoyo de muchos dirigentes. Como Patricia Hernández, quien tuvo minutos brillantes ayer y quien, pese a votar a Madina en 2014, dijo que ya en 2001 vio en Díaz a la presidenta del país. O Martín (Guía), quien reivindicó el municipalismo, así como Olivia Delgado, quien recalcó cómo pudo estudiar gracias a becas pese a ser hija de agricultor. Por supuesto, estuvieron Fraga, Darias, Raya, Pestana, Aurelio, Mena, Segura, Cejas, Eligio, Spínola, Pelayo y muchos más.