Casi le caen las lágrimas. Hubiera sido compatible con su contundente recordatorio y argumentario, pero estuvo a punto. El diputado de Podemos y profesor de Sociología en la ULL, Francisco Déniz, no pudo reprimir ayer aludir a su familia, especialmente a su abuelo, su madre, algunos tíos y hasta vecinos, para poner en su justo término la coincidencia general de todos los grupos en que Canarias debe luchar al máximo por mantener el subsector tomatero que queda. Déniz, por supuesto, tiene claro que hay que hacer todo lo posible por intentar que no se pierda ni uno de los 3.000 trabajadores directos actuales, los 7.000 indirectos, la producción y las tierras destinadas a este histórico cultivo (sobre todo por la posible especulación y aumento del cemento), pero, ante las intervenciones previas de Román Rodríguez (NC), del consejero del área, Narvay Quintero, y de Jesús Ramos (ASG), comenzó su intervención recordando precisamente qué han supuesto los 132 años de historia del tomate en las Islas. Una trayectoria que, pese a las mejoras en democracia, "es la historia de la explotación", según dijo varias veces. La historia de cómo explotaron "los caciques productores y terratenientes" a los trabajadores, también con la connivencia del franquismo, con unas condiciones laborales lamentables, al tiempo que denunció que algunos productores actuales se deslocalicen a Marruecos para ahorrar.

Su contundencia hizo que Rodríguez le diera toda la razón diciendo que hubo simplemente "esclavitud" y hasta ahondara en la historia remarcando que, en 1927, el ministro de Gracia y Justicia de la dictadura de Primo de Rivera, al visitar La Aldea (pueblo de Román) y comprobar lo que pasaba, decidió expropiar las tierras, colectivizar el agua y aplicar, por tanto, una modernísima reforma agraria. Eso sí, y como ha pasado con "los curas o guardias civiles", Rodríguez recalcó que los productores actuales tienen muy poco que ver con ese pasado, en lo que coincidió bastante con José Tomás Estalella (PP).

Sobre el presente y futuro del tomate, se recalcó que, en 1995, había 4.400 hectáreas y ahora 641, que la facturación ha pasado de 250 a 48 millones, que el empleo entonces fuera de 18.000 o que las toneladas han bajado de 350.000 a 60.000. No obstante, Quintero remarcó que la estrategia elaborada de 2008 a 2014 no obtuvo todos los resultados previstos por las contradicciones de la UE con las ayudas y, a la vez, sus acuerdos con terceros países, pero que prepara con el subsector un plan a aprobar en junio que intenta paliar los problemas para competir. Un proyecto que atenderá también a las consecuencias del "brexit", que surge tras 12 reuniones y que requiere, eso sí, que el Estado apoye que las ayudas se dupliquen y pasen del 18% actual a, al menos, un 36%. De lo contrario, y aunque ya sin explotación, el futuro es muy tétrico. De hecho, los grupos lo ven casi herido de muerte.

Satisfacción crítica con el crecimiento agrícola

Si hubo coincidencia en el diagnóstico del presente y de algunas medidas para intentar salvar el tomate, también la hubo luego ante el balance que hizo Quintero, a petición de su grupo (CC), de la situación del sector primario. Aunque lamentó algunas dificultades en la pesca y para agilizar explotaciones ganaderas, el hecho de que la agricultura creciera en 2016 un 4,9 en unas Islas cuyo PIB subió un 3% sirvió al consejero para mostrarse optimista, aunque no satisfecho del todo por la evolución del agro, que supone solo el 1,7% del PIB. El resto de grupos compartieron esa satisfacción, pero NC advirtió de que aún quedan muchos datos de 2016 por publicarse y el PP y el PSOE recordaron que, de las 130.000 hectáreas existentes, no se explotan 90.000, aparte de que el paro creció en el sector un 6% en los últimos 8 años. Quintero, eso sí, subrayó que el crecimiento ha supuesto modernización porque hay más eficacia, al no aumentarse las hectáreas cultivadas. Más tarde, todos respaldaron una moción de Podemos para apoyar las producciones locales.