El sector turístico canario debe apostar por la calidad en lugar de por la cantidad, renovarse y renunciar a competir en precios si quiere estar preparado para afrontar el fin de la bonanza derivada de la crisis de otros mercados. En ello coincidieron ayer los directivos de algunos de los principales grupos empresariales de las Islas durante la segunda edición del Gran Debate Hotelero -organizado por el Grupo Vía y celebrado en el Hard Rock Hotel de Adeje-, sobre el que también planeó la discusión, últimamente omnipresente, del alquiler vacacional, percibido por el sector alojativo tradicional con una mezcla de resignación por lo inevitable del fenómeno y actitud reivindicativa ante sus efectos sobre el modelo turístico.

El presidente de la patronal hotelera y extrahotelera de la provincia (Ashotel), Jorge Marichal, reclamó al Gobierno regional -representado en el encuentro por el viceconsejero de Turismo, Cristóbal de la Rosa- que ejerza una mayor vigilancia sobre las plataformas comercializadoras de las viviendas vacacionales y que lo haga a través de una ley, y no solo de un decreto, que es la norma que regula actualmente esta actividad. "Es más fácil controlar cuatro plataformas que cientos de empresas", advirtió Marichal. El dirigente empresarial puso como ejemplo la legislación italiana, que obliga por ley a estos portales digitales a asumir la responsabilidad civil subsidiaria, un aspecto que "se quedó cojo" en la normativa aprobada en 2015 por el Ejecutivo autonómico.

Javier Muñoz, de Iberostar, advirtió del riesgo de que la "irrupción masiva de un montón de plazas" -el Gobierno cifra las camas del alquiler vacacional en unas 140.000- supere la capacidad de carga del destino. En esta línea, Marco López, de Dreamplace, apuntó que el consumo de agua y luz en el sur de Tenerife ha aumentado entre un 20% y un 30% desde 2014 sin que la planta hotelera haya crecido demasiado.

"La regulación de las viviendas vacacionales es casi inexistente. Pueden abrir solo con la declaración responsable, mientras que nosotros tenemos que cumplir con más de setenta normativas", lamentó, por su parte, Miguel Villaroya, de Spring Hotels. Más contundente aún fue Victoria López, de Grupo Fedola, que expresó un "no rotundo" a esta actividad si la Administración "no garantiza un control exhaustivo". Por ello, demandó "una normativa que limite" y un incremento de las actuaciones inspectoras.

Sandra Guervós, de Meliá, sugirió dar "un voto de confianza" al Gobierno para que modifique la legislación en el sentido de aplicar "medidas fiscales" y de requerir al alquiler turístico que "tribute y genere empleo". Sin embargo, advirtió de que los hoteleros no pueden tener miedo a esta actividad. "No podemos ir contra ella", indicó.

Las viviendas vacacionales, convinieron los invitados al debate, no son algo nuevo. Llevan décadas conviviendo con el alojamiento turístico tradicional. Son las plataformas -que Marichal calificó de "grandes lobbies"- las que las han multiplicado y extendido.

El espíritu que inspiró la moratoria turística parece haber sido asumido por los hoteleros de las Islas. Los representantes del sector advirtieron ayer de la necesidad de ser muy cuidadosos con la ampliación de la oferta, que solo debe acometerse "con la mayor garantía de calidad posible", afirmó Miguel Villaroya, de Spring Hotels, quien abogó por "un crecimiento homogéneo" que evite la coexistencia de "dos destinos que vayan a diferentes velocidades".

A preguntas del coordinador y moderador del Gran Debate Hotelero, Carlos Díez de la Lastra -CEO de Les Roches Marbella, Escuela Internacional de Alta Dirección Hotelera-, los directivos sostuvieron que la incorporación de nueva oferta debe estar condicionada a la aportación de un mayor valor añadido. "Si se trata de algo que nos va a hacer bajar el precio a todos, no", dijo el presidente de Ashotel, Jorge Marichal.

En el encuentro de los hoteleros hubo espacio para la autocrítica. "No sé qué hemos hecho nuevo en los últimos años", se preguntó Victoria López, de Grupo Fedola, quien animó a apostar por la calidad en las infraestructuras y el empleo para que Canarias deje de ser un "destino refugio"-en referencia a la recepción de clientes de otros mercados actualmente en crisis- para convertirse en un destino preferente.

Sobre la formación y la cualificación, Jorge Marichal precisó que no deben centrarse solo en los puestos intermedios y directivos, sino aplicarse a "todo el personal".

La mayor amenaza para el "día después" de la excepcional bonanza que vive el turismo en el Archipiélago reside, según Javier Muñoz, de Iberostar, en la "autocomplacencia". "No podemos pensar que esto va a seguir por los siglos de los siglos", avisó. Sin embargo, "el sector se ha puesto las pilas", optando por la renovación y las reformas para cualificar la oferta, aseguró Muñoz.

El mayor peligro es, para Marichal, "romper el equilibrio" y poner en riesgo la sostenibilidad con un exceso de oferta y un crecimiento de las infraestructuras.