La mejora macroeconómica sigue sin llegar a miles de familias. Cáritas atendió durante 2016 a algo más de 40.000 personas en todo el Archipiélago, alrededor de 2.000 menos que el año anterior, pero no porque se haya registrado una mejoría de la situación de miles de personas, sino "porque los recursos son los que son y hay que atender a las familias durante más tiempo".

El presidente de Cáritas Diocesana de Tenerife, Leonardo Ruiz, fue bastante claro ayer, en el acto de presentación de la memoria de la entidad: las cifras recogidas demuestran que la pobreza se ha cronificado en el Archipiélago y es un problema estructural. El responsable de la ONG recordó que el último indicador de pobreza relativa publicado por el Instituto Nacional de Estadística (INE), referido a 2015, situó a Canarias en niveles de 2012 (35%), un retroceso que revela que la situación de precariedad está lejos de cambiar.

Este escenario, precisó Ruiz, obliga a "implementar medidas eficaces para luchar contra la pobreza y la exclusión social en Canarias", que afecta a familias con niños, señaló. El responsable insistió en que la precariedad laboral no permite a numerosas personas salir de la pobreza al encontrar un empleo y apeló a la solidaridad y responsabilidad de los gobernantes para aprobar un salario mínimo compatible con la vida.

El obispo de la Diócesis Nivariense, Bernardo Álvarez, señaló que aunque algunos políticos tienden a tachar de alarmista a Cáritas, los datos reflejan la realidad. "Mientras tengamos más de 250.000 desempleados, esto no cambiará", advirtió.

La secretaria general de Cáritas, Rosa María Martín, explicó que la entidad somete a revisión continua sus políticas para mejorar la forma de atención y preservar la dignidad de las personas durante los procesos de acompañamiento. "Nuestra labor es de asistencia, no asistencialista. Debemos garantizar la igualdad y la dignidad".

Las parroquias fueron el principal punto de entrada de miles de personas en busca de ayuda. Solo en la provincia de Tenerife fueron atendidas por esta vía 14.791 de las 25.000 que asistió Cáritas en el transcurso de esos doce meses. El resto, otras 1.731, se benefició de otros proyectos que lidera la institución. Dentro del área de inserción laboral, 943 personas participaron en el Programa de Empleo: 784 a través de "Barrios por el Empleo" y 158 en los "Itinerarios Integrados de Inserción Sociolaboral". Del total de participantes, 479 recibieron formación (el 49%) y 264 (el 30%) lograron la inserción.

Dentro del Programa para Personas en Situación de Sin Hogar, 495 personas usaron alguno de los ocho servicios que posee Cáritas en Tenerife. De ellas, 322 fueron acogidas en algunos de los recursos alojativos que gestiona la entidad. En un 10% de los casos se trató de familias monomarentales. La realidad de estas personas, recordaron los miembros de Cáritas, es una de las más complejas por ver menoscabados varios de sus derechos fundamentales, que Cáritas reivindica anualmente a través de su campaña "Nadie Sin Hogar".

Cáritas lleva tiempo intentando que los demandantes de ayuda puedan adquirir directamente la comida que necesitan en los supermercados. Si en el pasado repartió vales, la entidad ahora está trabajando para que en el futuro las familias puedan hacer la compra con tarjetas bancarias prepago.

Así lo anunció ayer la secretaria de Cáritas, Rosa María Martín, que precisó que esta herramienta garantizaría más el anonimato y permitiría preservar la dignidad de los usuarios.

Los tiempos en los que la entidad daba comida en mano ya han evolucionado. El objetivo de este cambio es poder garantizar que tengan más libertad sobre lo que adquieren y que estén en disposición de atender mejor sus necesidades, señaló.

Los representantes de Cáritas pusieron especial énfasis en la necesidad de no estigmatizar a las personas que requieren ayuda en un momento de sus vidas. "No se trata solo de darles techo, sino de devolverles la autoestima", dijo el obispo Bernardo Álvarez.

Al principio de la crisis la vergüenza impedía a muchas familias pedir ayuda y lo hacían sus vecinos o conocidos, pero hoy ese sentimiento ha desaparecido.