Sabemos que las largas exposiciones al sol pueden generar problemas irremediables en la piel. Sin embargo, los rayos ultravioletas que emite el astro rey dañan también los ojos. Además, según la oftalmóloga Beatriz Estévez, en Canarias lo hace especialmente.

"En verano siempre nos encontramos con un aumento de las enfermedades de la superficie ocular como el ojo seco o la queratitis", explica la especialista. La mayoría de las personas están muy informadas y comprometidas con la protección de su piel, y lo hacen con cremas solares factor 50, sin embargo, pocos se acuerdan de que los ojos también hay que protegerlos con unas buenas gafas.

Uno de los factores que han llevado a este crecimiento de las patologías oculares es que el sol ha cambiado, especialmente, en su potencia. "Ya muchos dermatólogos lo han advertido con las enfermedades que afectan a la piel", remarca la oftalmóloga, pero pocos oftalmólogos se han acordado de insistir en que el sol es ahora mucho más peligroso que hace cincuenta años y se debe al agujero de la capa de ozono.

Para prevenir el problema la solución está en comprar gafas especiales para cada momento. "No es lo mismo una playa que una piscina, conducir que pasear, ni un niño de un adulto", explica Estévez. Así es como afirma que para cada persona y cada momento se necesitan unos cristales más o menos oscuros, igual que existen distintos grados de exposición solar.

Y no siempre que sea oscuro significa que sea "bueno". Cada persona es diferente y llevar unas gafas muy oscuras puede generar problemas oculares como ojo vago. Esto es más preocupante cuando ocurre en los más pequeños. "A veces a los niños se les pone un cristal oscuro sin recibir asesoramiento, y esto puede alterar la sensibilidad al contraste del menor si se recurre a estas gafas a menudo", insiste la oftalmóloga.

Por todo ello, lo ideal es comprar las gafas en un oculista o a un especialista. "Un profesional siempre te podrá asesorar sobre qué tipo de lentes van mejor con tus ojos y con la actividad que vayas a realizar", insiste, mientras que una tienda no especializada no puede dar las mismas garantías.

Otro de los problemas con los que se han encontrado los especialistas en esta materia, es la exposición a contaminantes o agua salada y de piscina con lentes de contacto. Parece ser una práctica recurrida en ciertos momentos, y que se realiza sin pensar en las consecuencias. La realidad es que no quitarse las lentes de contacto puede provocar infecciones oculares e irritación.

"Creemos que si no abrimos los ojos dentro de la piscina, aún con las lentillas puestas, no pasará nada", asegura Estévez, sin embargo, remarca que suele ser una de las formas más frecuentes para sufrir este problema".

Por último, la especialista remarcó que, si se tiene alguna enfermedad oftalmológica, se debe "extremar" el tratamiento para esas enfermedades. "A veces a los pacientes se les olvida suministrarse el tratamiento o simplemente, no lo quieren seguir", explica Estévez, no obstante, con la exposición del sol es muy importante seguirla rigurosamente y al pie de la letra.