Los arqueólogos que excavan el pozo de Tenoya (Gran Canaria) han hallado en su interior munición de los años treinta y huesos de al menos 12 personas, entre ellos, un cráneo con un disparo, lo que confirma definitivamente a ese lugar como uno de los escenarios de la represión de la Guerra Civil.

El Cabildo de Gran Canaria financia desde 2013 una investigación para determinar si ese antiguo pozo de agua del municipio de Arucas fue uno de los lugares donde se asesinó a los alrededor de 140 vecinos del norte de Gran Canaria que desaparecieron en marzo de 1937, tras haber pasado meses recluidos en un campo de concentración franquista acusados de haber sido fieles a la Segunda República.

Los historiadores ya disponía de un relato directo de que así fue: el testimonio de un vecino de Gáldar al que fueron a fusilar en la boca del pozo de Tenoya en 1937, pero que salvó la vida porque un conocido lo sacó de la fila. Sin embargo, el contenido del pozo quedó sepultado durante décadas por toneladas de barro y olvido.

Los arqueólogos ya había encontrado esta primavera fémures inconexos que certificaban que ese pozo fue la tumba de un número indeterminado de personas. Ahora, han hallado restos óseos, munición y efectos personales que prueban que los hombres que allí yacen fueron ejecutados en los tiempos de la Guerra Civil; o más bien, en la represión posterior, ya que en Canarias apenas hubo contienda, puesto que los insurrectos tomaron las islas desde el inicio.

El presidente del Cabildo, Antonio Morales, y la especialista que dirige los trabajos, Martha Alamón, han explicado hoy que, hasta el momento, se han recuperado medio millar de huesos humanos, así con una moneda de la República, correajes, una hebilla, 15 suelas de tipo de alpargatas frecuentemente utilizado en la isla en los años treinta y doce proyectiles para fusiles Mauser fabricados en Sevilla (llevan impresa la marca "PS", siglas de Pirotécnica de Sevilla).

El equipo va a seguir excavando en busca de nuevos restos humanos -se calcula que aún quedan otros 12 metros de sedimentos por levantar, tras haber profundizado casi 40- y ya ha comenzado a tomar muestras de ADN para tratar de identificar a los fallecidos, cuyos huesos aparecieron desperdigados y sin conexiones anatómicas entre ellos, porque fueros removidos tiempo después de caer al pozo.