Ya lo dicen nuestros mayores: Hay que tener cuidado con lo que se desea porque se puede cumplir. Asier Antona clama ante todo aquel que se cruza, quiera o no, que si los Servicios Jurídicos del Gobierno de Canarias dan garantías al concurso de informativos de la tele canaria, él deja de nadar entre sebadales y deja que el mundo audiovisual siga girando. Y Negrín pide el ansiado informe y la respuesta del PP es: pedir su cese. Solo hay una razón para faltar a la palabra dada a todos los canarios, que dicha palabra esté empeñada. Y la suya más que empeñada parece presa. O vendida.

Está claro que Antona es temeroso de titulares y artículos de opinión. No hay más que ver el apaleamiento constante que sufre el secretario general del PSC, Ángel Víctor Torres, por mantener la calma y no ceder al chantaje mediático y obsceno que llega desde Las Palmas. El líder, por decir algo, del PP prefiere la paz de los malvados, jurar en arameo que está por la transparencia mientras firma con sus hechos la venta del alma de su partido al diablo surgido de un negociado con publicidad perpetrado hace nada menos que diez años.

200 millones de euros contados con el dedo humedecido. Que sean 144 millones más que hay tinta para rato.

Porque aquí el adalid de la transparencia, el estandarte de la legalidad, el paladín de la verdad quiere poner a su peón, Alberto Padrón, al frente de la cosa para que firme una prórroga ilegal que alimente a la ballena hambrienta mes a mes hasta que llegue un Gobierno más dócil y obediente en 2019. Eso significa sin Clavijo ni Torres, que las nuevas generaciones vienen rebeldes y no respetan a los mayores. Menos mal que hay excepciones que saben cuáles son las reglas que muchos creíamos caducas e impropias de una sociedad harta de tanto mamoneo decadente.

¿Y los miembros destacados del PP? Escondidos, hablando en voz baja y deseando. Porque los deseos pueden hacerse realidad sobre todo cuando tu líder cambia a Dios por Román.