El número real de personas que duermen en la calle en Las Palmas de Gran Canaria llega a 176, en torno al doble del que aparece en las estadísticas oficiales, según ha asegurado hoy la Obra Social de Acogida y Desarrollo que trabaja con los desfavorecidos en la ciudad.

Hombres de mediana y avanzada edad pero también más jóvenes, de hasta 24 años, analfabetos o con apenas estudios y mayoritariamente originarios de Gran Canaria y otras islas vecinas, lugares de procedencia del 66 y el 11 % del total, respectivamente, conforman el grueso de ese colectivo situado "en el último escalón de la pobreza", aunque también hay 33 mujeres entre esos 176 sin hogar.

Así se refleja en un informe elaborado por la empresa Edei Consultores por encargo de la Obra Social de Acogida y Desarrollo que revela un aspecto "extremadamente duro" de la realidad social de la capital isleña, la presencia de ciudadanos excluidos que "no están documentados y que, por tanto, ni se sabe que existen", ha dicho el presidente de la ONG, el religioso Jesús García Barriga.

Recabar datos veraces sobre las dimensiones del problema de quienes carecen de un techo y ni siquiera están acogidos a hogares sociales o han recurrido a meterse en viviendas ocupadas, como hacen otros, ha sido el objetivo de la iniciativa.

Ya que, cuando se hablaba oficialmente hasta ahora de ese colectivo, "se decía un determinado número y nosotros decíamos: esto no nos encaja", ha explicado García Barriga, hablando, según ha subrayado, desde la experiencia de la organización que preside, dedicada a ofrecer "servicios que otras entidades no prestan" en la atención a personas empobrecidas.

Las personas incluidas en este informe han llegado a tal estado de "alejamiento afectivo de la realidad" que se han convertido en "invisibles", pues no suelen recurrir ni a los servicios sociales que asisten a quienes sufren carencias, ha expuesto el responsable de la Obra Social Acogida y Desarrollo.

Por eso quienes elaboran recuentos oficiales de los sin techo "ni les preguntan", pues, aunque se vean pernoctando en calles céntricas incluso del municipio, no son localizables, según el religioso, en hogares de acogida u otros recursos similares, como ocurre con los demás.

"Solo nos encontramos con ellos, en todo caso, en las filas de los comedores sociales", el único servicio al que sí llegan a acudir si lo precisan, ha precisado el presidente de la Obra Social, que ha matizado que a algunos tampoco han podido localizarlos allí, como en un caso que ha relatado de un hombre que había hecho de una plaza pública su domicilio y fue captado allí por su organización.

Y no sin dificultades, porque "fuimos varias veces a preguntarle si quería venir con nosotros y se negaba, hasta que un día decidimos ir y traerlo sin preguntarle y lo conseguimos", ha destacado.

Su historia deja patente las complicaciones que entraña abordar la "situación extrema" de quienes duermen en parques, jardines, cajeros automáticos u otros espacios de la vía pública, que, aunque generalmente se han visto abocados a vivir en la calle, en un primer momento, por razones económicas, casi siempre la pérdida de empleo, suelen ir sumando factores que agravan su exclusión social.

Factores como problemas de salud mental o de un consumo de alcohol y estupefacientes al que han recurrido, muchas veces, buscando alivio a sus penas, que hacen que su desconexión del resto del mundo vaya en aumento, según ha detallado el responsable del informe de Edei Consultores, José Luis Tabares.

La conjunción de unos y otros problemas, ha añadido Tabares, conduce a que "su autoestima y su propia identidad estén deteriorados", con lo que acaban "bastante desanimados y desactivados".

Estado que García Barriga ha resumido señalando que "están hartos de todo el mundo y lo que quieren es que les dejen en paz", debido a que "son tantos los fracasos que han tenido" que ya no tienen esperanzas de mejorar y a lo máximo a que aspiran es a conseguir comida o alcohol, algo que hacen yendo a comedores sociales u obteniendo ayuda o ingresos esporádicos de amigo o pidiendo.

Pese a todo, el religioso ha afirmado que es preciso trabajar para recuperar a esa gente, porque "a ninguna persona se le puede negar la oportunidad de que vuelva a resurgir" y, de hecho, en la Obra Social se ha demostrado que es viable hacerlo, con ciudadanos que llegaron a ella sin querer relacionarse con nadie y que, tras pasar "días en el patio con su saco", terminaron por integrarse.