Son naturales de las Islas o provienen de países tan lejanos como Bulgaria y Ucrania o de Cabo Verde. Han estudiado Turismo, Filología Inglesa, ADE, Sociología o Traducción e Interpretación. Todavía no se han insertado en el mundo laboral, han trabajado en hoteles, gestionan viviendas vacacionales o se han ganado la vida en tiendas de ropa. Son optimistas sobre su futuro o temen encontrarse más de un obstáculo en su camino. Los 17 alumnos del máster en Dirección y Planificación del Turismo de la Universidad de La Laguna (ULL) han vivido experiencias muy distintas y tienen diferentes proyectos vitales, pero los une una aspiración común: la de aportar el conocimiento que están adquiriendo a un sector que, aseguran, va "más allá de los hoteles" y precisa de "un click, un elemento diferencial" -en palabras de uno de sus profesores, Eduardo Parra- para dar un salto que convierta a Canarias en algo más que una potencia en la recepción y atención de turistas.

Cursar este posgrado -dirigido por Noemí Padrón- ha representado para muchos de ellos comprender que el turismo es una realidad compleja que necesita de especialización y en la que la innovación no solo es posible, sino que constituye una necesidad. "Antes de llegar teníamos un concepto muy general", reconoce Eunice, una de las alumnas, mientras que su compañero Bentor coincide: "Turismo no es únicamente hoteles; es crear una marca, gestionar infraestructuras o áreas protegidas, involucrar al vecino...".

Los promotores y docentes del máster están convencidos de que la clave para "cambiar nuestra manera de hacer las cosas" reside en la formación. "El gran reto consiste en tener gente preparada para aportar valor" y que las espectaculares cifras del sector en el Archipiélago se trasladen a la calidad del empleo y a las economías domésticas, sostiene Eduardo Parra. "Somos una industria del dato, ahí no nos gana nadie, pero no de la tecnología, de la innovación, del emprendimiento o de la formación".

La ULL ha desarrollado un potente conocimiento en materia de turismo. Un grado, un máster, una cátedra auspiciada por Ashotel y CajaCanarias, casi 60 profesores, unas 25 tesis en marcha y la colaboración de sus investigadores con las administraciones públicas -sin ir más lejos, en el nuevo Plan de Infraestructuras Turísticas de Canarias- son muestras de una actividad que crece cada día y que se condensa en un objetivo: el de convertir las Islas en una potencia de la formación.

¿Por qué los futuros gestores del sector van a estudiar a Suiza cuando Canarias dispone de más de 400.000 plazas en hoteles y apartamentos y recibe a cerca de 16 millones de visitantes? Parra espera que llegue un momento -y que sea pronto- en que cuando estudiantes de cualquier lugar del mundo se planteen dónde formarse en turismo opten por el Archipiélago. El máster, de hecho, ya cuenta con algunos ejemplos: Ayrton, natural de Cabo Verde, decidió acudir a la ULL para profundizar en una profesión que ya ha ejercido en su país natal o en Bolivia, en tanto que Ivelina, aunque llegó a Canarias desde Bulgaria por motivos personales, también vio en el centro académico tinerfeño el espacio en el que adquirir una cualificación que le permita progresar en el mercado de trabajo.

Los jóvenes estudiantes del máster de la ULL albergan incertidumbres sobre el mundo laboral al que en breve se lanzarán, si no lo han hecho ya. Admiten que tienen "bastante miedo" a ser desaprovechados. "La idea general, aunque haya excepciones, es que los empresarios no valoran la formación", expone Desirée. Esta misma alumna tiene una teoría sobre los problemas del sector turístico canario para dar un paso decisivo hacia la innovación y la excelencia. Detecta "una cultura conformista" -la convicción de que "siempre van a venir extranjeros"- que "pone la zancadilla" a las nuevas promociones de trabajadores cualificados del turismo. "Queremos que nos den la oportunidad de poner en práctica todo lo que hemos aprendido, no solo porque queramos un trabajo, sino porque aspiramos a aportar".

Parra reconoce los progresos alcanzados en el intento de aproximar los ámbitos académico y empresarial -destaca la disposición a "escuchar" de la patronal hotelera de la provincia, cuyo gerente fue alumno del máster, y su participación en la Cátedra de la ULL-, pero lamenta que "muchos empresarios" desconocen incluso la existencia de un grado en Turismo. El "esfuerzo", no obstante, debe venir de ambas partes. "El sistema universitario debe facilitar el acercamiento a los profesionales", admite. El docente se remite a lo que ocurre en los países anglosajones, en los que los empleadores acuden a las universidades para reclutar a los mejores trabajadores. "Echo en falta -apunta Parra- que vengan aquí, se encierren una tarde con ellos y los evalúen".

Pero la ilusión se impone al pesimismo. Los jóvenes estudiantes del máster en Dirección y Planificación del Turismo de la ULL tienen claros cuáles son los desafíos a los que se enfrenta el sector y se sienten preparados para colaborar a encararlos. "Canarias es un destino maduro y le hace falta bastante renovación para poder competir con otros que emergen", expone Natalia, otra de las alumnas. Las cifras van bien, pero "queda mucho por hacer", sobre todo atraer un turismo de más calidad cuyos beneficios "reviertan en la sociedad", dice.

Canarias tiene en el turismo su indiscutible motor económico. La capacidad de la Comunidad Autónoma para diversificar su economía se ha revelado, por el momento, limitada, pero entre tanto ha surgido una nueva urgencia: la de diversificar el propio sector y volcar en él el potencial innovador que surge de la Universidad. Ya hay, al menos, 17 jóvenes que han levantado la mano y se han presentado voluntarios para que el reto culmine con éxito.