Fernando Clavijo sabía que la oposición había afilado sus cuchillos. Dijera lo que dijera en la apertura del debate sobre el estado de la nacionalidad de la IX legislatura, la tarde iba a ser agitada. Menos placentero, por supuesto, que el arranque de una mañana grisácea en su Aguere natal que sorprendió al presidente acompañando a sus hijas hasta la puerta del colegio. En el número 7 de la calle Teobaldo Power capitalina aguardaba una larga jornada de intercambio de buenos propósitos y acusaciones. El "ahora o nunca" que el nacionalista alentó en la línea de salida de su intervención se convirtió en uno de los pilares de un discurso de poco más de 61 minutos que enhebró en torno a cuatro ejes. A las 12:05 horas ya estaba claro que las luchas intestinas que se han declarado las tres formaciones mayoritarias en el Parlamento de Canarias en las últimas semanas -tensión concentrada en la renovación de los órganos institucionales- iban a poner en riesgo la "altura de miras" que reclamó Carolina Darias, presidenta de la cámara regional, a los diputados en las vísperas de un enfrentamiento político que ya tiene unas cuantas heridas sin cicatrizar y otras que vienen en camino: la reforma electoral se perfila como una laberíntica ruta difícil de completar, al menos a corto plazo. Pero esa "trinchera" forma parte de una guerra que se juega en la trastienda de la política insular.

Clavijo es consciente de que está pisando un terreno minado, un descampado por el que también deben transitar piezas claves en la organización de los socialistas y de los populares. El riesgo de sufrir un percance es alto, pero no mayor ni menor al que están sometidos sus principales adversarios de cara a un hipotético escenario electoral. Eso, la presencia a la vuelta de la esquina de la precampaña, añade un componente belicoso a todo lo que suceda en este debate sobre el estado de la nacionalidad.

Si el dirigente nacionalista presume de estar en sintonía con el ejecutivo que preside Rajoy, Dolores Corujo (PSC-PSOE) le reprocha que sus formas están "agotadas" y que no le conviene coquetear con el PP canario. Ese y otros ataques compartidos los empleó un Asier Antona (PP) mermado por la gripe para cargar con una generosa virulencia contra el que considera su "amigo". A pesar de reconocer que no tenía su mejor día, el palmero también suspendió a Clavijo en plena celebración del Día Mundial de la Felicidad. El presidente no solamente supo encajar los "golpes", sino que ofreció respuestas contundentes para desactivar cualquier duda sobre con quién ha gobernado y con qué aliados cuenta de aquí al término de una legislatura en la que difícilmente se va a rebajar la tensión entre gobierno y oposición, una alternativa que en el caso del partido de la rosa puso al descubierto sus guerrillas de intramuros en el peor de los escenarios posibles, justo cuando un presidente rinde cuentas en el Parlamento. Fernando Clavijo escapó sin grandes rasguños del análisis que apunta que "esta es una legislatura perdida" (Corujo) o una recomendación fraternal para que tuviera "una despedida del poder con dignidad" (Antona). Tampoco le costó un esfuerzo superior, a pesar de recibir un bolígrafo como "regalo", anular el desordenado discurso de Noemí Santana (Podemos), quien optó por no seguir los buenos deseos de Darias y pronunció los insultos más gruesos que se escucharon ayer en la cámara.