Habla de su etapa en la Alcaldía de San Cristóbal de La Laguna como un periodo clave para entender la conexión que debería existir entre los políticos y la ciudadanía, una sintonía que, a su juicio, algunos están empeñados en romper anteponiendo sus "egos y envidias personales al bien municipal", censura en relación a la oposición que padece su compañero de filas José Alberto Díaz. "A mí también me acusaron de intentar secuestrar a una concejal", rescata la diputada nacional Ana Oramas (CC) en el primer tramo de una entrevista en la que analiza el pulso político de Aguere, interioridades del partido en el que milita, las dudas que envuelven los Presupuestos Generales del Estado, la aplicación del 155 o el futuro de Cataluña. "Soy chiquitita, pero a mí nadie me manda a callar", avisa.

La Laguna continúa siendo un "terreno minado" para ejercer la política, un municipio igual de convulso que el que usted dejó.

A mí también me tocó vivir un periodo en el que Santiago Pérez lideraba una oposición absolutamente destructiva: no hacia mí, que eso puede ser algo legítimo, sino en contra de los grandes proyectos que debía abordar la ciudad. La gente se olvida, pero él se opuso a todo. Desde la construcción de la Vía Ronda a la peatonización del casco, el proyecto del Tranvía, el Plan La Cuesta-Taco o la avenida de Los Menceyes, la creación de la red de piscinas municipales y centros ciudadanos. Su máxima es torpedear todo lo que sea bueno para La Laguna.

¿Cuál es su valoración de la legislatura que le ha tocado defender a José Alberto Díaz?

Yo creo que hay que distinguir el papel que está realizando el Partido Popular, con una oposición responsable, y mire que yo no soy precisamente amiga de Antonio Alarcó, del frente común liderado por Santiago Pérez, Javier Abreu y Podemos en torno a una oposición que la ciudad no se merece. La Laguna ha sido un municipio pionero en políticas de patrimonio y asuntos sociales y me da pena ver cómo algunos quieren anteponer sus egos y envidias personales al bien de la ciudadanía. José Alberto es un hombre de izquierda, un político al que no están dejando lograr el consenso que él siempre ha buscado en su actividad profesional, un alcalde al que no están tratando con justicia...

¿No cree que el día a día se está judicializando en exceso?

Esa es la especialidad del señor Santiago Pérez... Yo sufrí todo tipo de atropellos durante mi mandato. A mí también me acusó de intentar secuestrar a una concejal. Al final, el tiempo pone las cosas en su sitio.

¿Cree que es posible recuperar esa paz municipal?

Yo confío plenamente en la justicia, pero sus tiempos no suelen coincidir con los ciclos políticos. Espero que todo esto quede aclarado lo antes posible porque aquí los únicos beneficiados han sido los servicios municipales y no se ha ocasionado ningún perjuicio a la ciudad de La Laguna. Estoy completamente segura de que tanto Fernando Clavijo, como Antonio Pérez Godiño y el actual alcalde han defendido siempre los intereses de los ciudadanos y los de la corporación municipal.

¿Qué es lo que más echa en falta de su etapa como alcaldesa?

Los alcaldes deben buscar soluciones que estén orientadas a velar por el interés de la ciudad; están obligados a romper la maraña administrativa que se crea en torno a su gestión. Esa manera de entender la política es muy gratificante. Yo, por ejemplo, recuerdo cuando se nos vino abajo el mercado de La Laguna. Ahí hubo que buscar una solución de emergencia porque más de 500 familias se podían quedar con una mano delante y otra detrás. Felipe Campos me llevo a los juzgados por aquella decisión, pero gracias a dios tiramos para delante y salvamos una situación que era dramática para la economía de la ciudad. Esa son las gratificaciones que tiene la política local, algo que en Madrid cuesta un poco más llegar a sentir.

¿Esa política es más de laboratorio, o tiene un carácter mucho más empírico, frente a la de alto "standing" que se practica cuando se comparten unos intereses con el Estado?

La diferencia que hay entre un diputado nacional que ha ejercido las funciones de alcalde y el que ha llegado al Congreso por otra vía es que cuando yo hablo de paro, de la falta de vivienda, de la violencia de género no me preocupo de si hay una coma de más o de menos en un texto, sino que le pongo rostro a esos problemas porque ya los conozco. Cuando uno es alcalde el paro es esa familia conocida que te encuentras en la calle y te dice: "¿Ani, cuándo va a cambiar esto?" Madrid no ha conseguido aislarme de esa realidad porque yo sigo muy pegada a mi tierra, a la gente que en su momento confió en mí para que intentara traer cosas buenas a Canarias, a los que entienden que nuestros problemas los tienen que resolver los que mejor conocen lo que significa vivir en las Islas.

¿Siente la "soledad" del diputado que lucha contra molinos de vientos?

Hay gente que destaca lo bien que aprovecho el tiempo, pero es que no me queda otro remedio, Yo no tengo media hora para decir lo que pienso, debo concentrarlo todo en un minuto y medio o dos de intervención. Soy consciente de que en ese momento hablo en nombre de todos los canarios que desearían exponer sus problemas en el Congreso de los Diputados.

¿Cómo se planifica esa "cruzada" nacional en singular?

A mí me gustaría volver a contar con cuatro diputados y un grupo parlamentario propio como ya tuvo Coalición Canaria durante cuatro legislaturas, pero la realidad es la que es. Una situación más ventajosa nos permitiría hacer más preguntas al presidente del Gobierno, presentar más proyectos de ley y, por supuesto, tener más tiempo para defender nuestras posiciones. La importancia para las Islas de contar con más o menos diputados de CC está en función de los intereses estratégicos que se generan en Madrid. Coalición Canaria tuvo un rol decisivo en cuatro momentos de la historia de la democracia: le dimos el respaldo a Felipe González para que formara gobierno, en la segunda legislatura de José María Aznar, en la última socialista o en la actual de Rajoy, es decir, que cuando el voto de Coalición Canaria es necesario no se beneficia CC, se beneficia Canarias. Que un partido político no consiga la mayoría absoluta es un hecho apasionante; lo es porque ahí no queda otro remedio que negociar intensamente cada artículo, cada partida presupuestaria, cada proyecto de ley. Me cabrea mucho que digan cuánto nos va a costar a los españoles el votito de CC... Ese cara a cara con un periodista que no sabe lo que significa vivir en Canarias me pone de los nervios.

Un voto que para muchos es un voto interesado y que ustedes califican como un voto útil, ¿no?

Es un voto de justicia con y para Canarias. Insisto, me molesta oír al desinformado de turno decir "a ver cuánto nos va a costar el votito de la diputada canaria". A todas esas personas les respondo que ojalá podamos vivir el día en que un gobierno, sea del PP o del PSOE, se ocupe de los problemas de las Islas sin necesidad de estar pendiente del voto de CC. Mi partido nunca traficó con la decisión de un diputado; lo único que pide es justicia. Que se hagan los mismos planes de inversión que se ejecutan en el resto de España. No queremos tener privilegios por encima de otras comunidades, pero sí que reconozcan lo que nos hace ser diferentes.

¿Lo del periodista y el "votito" le duele?

Sobre todo cuando aparece el enteradillo de turno y te pregunta qué contraprestaciones va a tener el votillo de Coalición Canaria a los PGE. Pues bien, el voto de CC va a costar que los plátanos canarios puedan competir en igualdad de condiciones con los africanos, que Fomento invierta en las Islas lo mismo que destina a otras comunidades, que viajar entre islas en avión no nos cueste un riñón y una parte del otro... Los canarios no tenemos AVE, pero el 80% del presupuesto de Fomento se va a destinar a un sistema de transporte que no existe en el Archipiélago. Lo más sencillo sería decir por qué tienen que pagar los canarios el AVE, pero existen unos principios de lealtad y solidarios que hay que respetar.

¿Se ve con fuerzas para repetir esta experiencia nacional?

Vamos a ver... Yo nunca he estado en un cargo político en el que no quería estar. No hice nada sin tener ganas, pasión, vocación... Cuando cumplí 11 años como alcaldesa de La Laguna sentí que ya había cumplido mi misión y que ese cometido lo debían desempeñar otras personas, en aquel momento Fernando Clavijo. Ahora me toca estar en Madrid y estoy contenta con la defensa no solo de Canarias, sino de otras cuestiones que tienen un perfil más estatal, como es la presidencia de una comisión de la crisis financiera que tiene un gran calado económico y social. Mi disciplina al partido es total. Un día me dijeron que tenía que abandonar la política regional para salvar una situación compleja en La Laguna y acepté, más tarde decidieron que las encuestas a nivel nacional no iban muy bien y confiaron en mí para liderar un proyecto que aún me mantiene en Madrid y en el futuro no se sabe qué puede ocurrir.

Volviendo al ámbito regional, ¿qué haría si le pidieran volver a la escena política insular?

Siempre estaré donde decida mi partido que debo estar; en el sitio en el que me necesiten... Yo no me creo más que nadie y si tengo que estar de concejal en un ayuntamiento no se van a encontrar con una respuesta negativa. La posibidad de que crean que mi etapa está superada también existe y en ese momento me volveré a casa sin problemas. Soy funcionaria, economista y tengo 59 años. Eso no quita para agradecer que el proyecto político en el que milito me haya regalado unas oportunidades maravillosas para ejercer unas funciones públicas que me apasionan. Si sales en una encuesta del CIS -Centro de Investigaciones Sociológicas- como la política mejor valorada del país es difícil no sentirte orgullosa. No es un ego propio, sino por mi condición de canaria. Ahí es cuando dices. ¡Caray, una sola diputada, sin un equipo de trabajo, sin jefe de prensa, pequeñita, que solo habla dos minutos de vez en cuando en el Congreso... Es capaz de lograr eso!

¿Presidir la Autoridad Portuaria entra en sus planes?

(Silencio)... Esa posibilidad no se me pasa por la cabeza, entre otras cosas, porque no tengo los conocimientos que se requieren para un puesto de tanta responsabilidad. Además, tenemos un presidente magnífico que, a su vez, es un gran amigo. Ricardo Melchior acaba de hacer realidad el Puerto de Granadilla, que es un objetivo por el que luchó desde su etapa al frente del Cabildo de Tenerife. Si mi partido político decide cambiar esa pieza lo único que espero es que la persona que asuma ese cargo ofrezca la misma dedicación e integridad que ha demostrado Ricardo.

¿Le quedan muchas cosas por hacer en política?

Lo más duro es ser alcalde. Hay cosa que me dijo en su momento Manuel Hermoso que lo resumen todo: "Aunque haya sido diputado regional, parlamentario o presidente de Canarias, la gente me para en la calle y me dice: adiós, alcalde". En mi caso, para los laguneros siempre seré su alcaldesa. Esa no es mi obra. Fue un trabajo de mis compañeros de equipo de mi querido Adán Martín, de Ricardo Melchior... Una de las cosas que agitan algo dentro de mí es ese momento en el que cuando paseo por la ciudad se acerca un desconocido y me dice: "No soy de su partido, pero me gusta lo que hizo". Pues en eso está ahora mismo José Alberto Díaz.

Usted ha tenido una incidencia especial en la trayectoria política de Fernando Clavijo, ¿qué sentimientos le asaltan cuando lo ve tomando decisiones al frente de la Comunidad Autónoma?

Orgullo (silencio)... Lo conozco desde que empezó a trabajar en el Organismo Autónomo de Música del Ayuntamiento de La Laguna, le he visto crecer en el gobierno municipal y doy fe de que es un hombre trabajador y sacrificado. Clavijo nunca tuvo como prioridad ser presidente, pero se ha convertido en un gran presidente. El mejor que puede tener Canarias en la actualidad. Sin tener como aval una experiencia regional ha logrado restablecer la comunicación entre el Gobierno español y el Archipiélago. Cuando llegó al cargo la situación era de ruptura total, porque otros habían dinamitado esa relación, y fue capaz de recuperar el diálogo cuando aquí gobernaba con el PSOE-PSC.

¿Un diálogo que va a ser muy necesario para aprobar los Presupuestos Generales del Estado?

Acabo de llegar de Madrid y esta misma semana he tenido la oportunidad de intercambiar impresiones con el ministro de Hacienda. Tengo la impresión de que se están moviendo piezas para que pueda haber presupuesto. Aún es pronto para arrojar la toalla. El 26 se van a votar las enmiendas de la totalidad, que no los presupuestos, para que empiecen su tramitación y hay un margen hasta finales de mayo para que el Partido Nacionalista Vasco modifique la posición de firmeza que defiende en estos instantes. Los 15 diputados canarios pueden salvar unos PGE que son buenos para las Islas. A lo mejor habría que preguntarles quién les voto para que defendieran a las islas en Madrid, ¿no?

¿Percibe cierto egoísmo desde el Partido Nacionalista Vasco?

Creo que hay que respetar los tiempos de negociación y las reivindicaciones que pueda tener cada una de las formaciones políticas. Yo no voy a criticar al PNV porque es un partido que ha tomado decisiones a favor del Estado en instantes críticos de este país... Igual que en su momento lo tuvo CiU, que desde luego no es el actual PdeCat. El PNV no va a encontrar en CC a un enemigo.

"Soy chiquitita, pero a mí nadie me manda a callar"

La aplicación del artículo 155 por parte del Ejecutivo que lidera Mariano Rajoy es la excusa que está usando el Partido Nacionalista Vasco (PNV) para no apoyar los PGE. La vía a la que recurrió el Estado para frenar los episodios más violentos del "procés" se ha vuelto como un "boomerang" en su contra a la hora de aprobar unas cuentas que continúan "secuestradas", entre otras razones, por la incertidumbre que se vive en Cataluña: "Me duele lo que está pasando. Yo he tenido la suerte de vivir allí y conozco el potencial de una comunidad que ha sido un referente europeo durante décadas. La crisis catalana ha roto el estado de las autonomías, los consensos logrados en la transición política y, sobre todo, fracturó a las familias. No existe ni una sola en la que no haya división interna", lamenta la diputada nacional. Ana Oramas cree que esa es la gran asignatura que hay que resolver de aquí al final de la legislatura. "Todo se ha radicalizado y ahora solo parece valer lo de estás conmigo o contra mí", comenta en relación a un posicionamiento que extrapola a su manera de entender la política. "Yo no soy una persona rencorosa. Sufro cuando me hacen daño, pero al final acabo olvidando y, sobre todo, perdono a la gente que me lo causa. Alberto Rodríguez (Podemos), por ejemplo, me hizo mucho daño en el pasado, pero yo no le deseo el mal. Ni siquiera ahora que está en una posición de cierta fragilidad", dice en referencia a la reciente citación que le hizo el Tribunal Supremo en relación a unos incidentes ocurridos en La Laguna en diciembre de 2006. "Soy chiquitita, pero a mí nadie me manda a callar. Al menos en contra de mi voluntad. Siempre digo lo que quiero y cuando me callo es para evitar causar dolor".