"Las proteínas son necesarias para la vida" y ningún libro de biología se atrevería a decir lo contrario. Estas cadenas de aminoácidos, efectivamente, son necesarias especialmente por sus funciones plástica, biorreguladora (forman parte de las enzimas) y de defensa (los anticuerpos son proteínas).

No obstante, en ocasiones su acción desinteresada puede no sólo favorecer al cuerpo, sino también a los "chicos malos", o al menos los que pueden potencialmente convertirse en ellos. Los tumores se desplazan por medio de los vasos linfáticos y sanguíneos, una autopista que algunas proteínas se encargan de multiplicar para mejorar el riego sanguíneo.

Con este conveniente aumento de las zonas de circulación, las células tumorosas pueden recorrer por más vías el cuerpo, lo que facilita, finalmente, su extensión. O esta es a la conclusión a la que parecen haber llegado un grupo de investigadores del Hospital Universitario Nuestra Señora de La Candelaria, liderado por el dermatólogo Ricardo Fernández de Misa. Gracias a dicho estudio, han conseguido uno de los Premios Fundación DISA a mejor investigación sanitaria.

Como explica Fernández de Misa, "a mayor cantidad de estas proteínas, más riesgo tiene el paciente de sufrir complicaciones tras la extirpación del tumor primario". Concretamente, la investigación se ha enfocado hacia el carcinoma espinocelular, un tumor que supone el 20% de cánceres de piel. "Se encuentran dentro del grupo de los menos agresivos", explica el dermatólogo quien, sin embargo, concreta que, debido al volumen tan alto de pacientes, "al final suponen el mismo gasto sanitario que el que se invierte en un otros cánceres de piel más mediáticos, como el melanoma".

Para comprobar si esta hipótesis es correcta, el equipo de investigadores ha estudiado la expresión de esa proteína en el ARN del tumor primario extirpado. Se eligió esta cadena de ácido ribonucleico en lugar del ADN porque en este último muchos genes suelen no expresarse.

Se trata de un estudio principalmente observacional que ha contado con muestras de tumores primarios de 50 pacientes. No obstante, para que el muestreo pueda ser representativo, al menos se debería duplicar este número. Sin embargo, Fernández de Misa alega que lo "ideal" sería conseguir al menos 2.000 pruebas.

Con los 20.000 euros del premio, el investigador pretende contratar más personal, ya que será necesario para continuar haciendo pruebas. Esta contratación estará especialmente enfocada a la incorporación de un biólogo, aunque también se destinará un "pequeño porcentaje" a material fungible que para el dermatólogo es "fundamental".

La siguiente fase del estudio se va a enfocar a probar que esta teoría es del todo posible. De esta forma, si se concluye que el nivel de estas proteínas expresadas en el ARN del tumor primario empeoran el pronóstico del paciente con carcinoma espinocelular, se podrían empezar a proporcionar un seguimiento y un tratamiento preventivo desde mucho antes. En última instancia, esta investigación podría establecer un marcador fiable que reduciría la mortalidad, en este caso, del carcinoma espinocelular, aunque el investigador no descarta extrapolar los resultados a otros tumores.