Hay quien teme que haya dos tipos de diputados y, lo que es peor, con diferente pedigrí: de alta categoría los regionales y de otra menor los representantes de cada una de las Islas. Sin embargo, y de aprobarse y estrenarse en 2019, la plancha autonómica pactada entre el PSOE, PP, Podemos y NC afronta un reto mucho mayor que ese: el de negar o confirmar que Canarias se puede construir desde una visión regional preponderante sobre la de cada isla.

Un reto, en realidad, histórico, ya que incluso los presidentes más regionalistas al inicio de autonomía, los dos primeros en la historia democrática canaria (el socialista Jerónimo Saavedra y el entonces centristas y hoy en el PP Fernando Fernández), acabaron aceptando que, en los años 80 y 90, se equivocaron al insistir en una construcción del Archipiélago desde arriba, desde la concepción regional, y no desde cada isla, desde los cabildos, desde lo que entendían como el corazón del célebre pleito insular, que aún hoy esgrime CC ante una reforma pendiente del Congreso y del nuevo Estatuto.

Con el tiempo, tanto Saavedra como Fernández concluyeron que su apuesta por una Canarias que trascendiera a las islas por separado, incluso a las provincias y a las dos grandes capitales, fue un error y que, al menos en aquellos primeros años del asentamiento autonómico (elecciones del 83 y 87), la Agrupación de Independientes de Canarias (AIC), que aglutinaba a ATI, API, AHI? y que luego (1993) formaría CC junto a Asamblea Majorera, el PIL (Lanzarote), ICAN y los centristas de Olarte, entre otros, había acertado más en la concepción global al reforzar a los cabildos, poner el peso prioritario en cada isla y, desde aquí, desplegar las estructuras autonómicas.

Según subrayan los partidos que apoyan la lista regional, sobre todo los que más la han defendido (PSOE y Podemos), con una plancha así se da un salto histórico y podría asentarse un discurso que fuera más allá precisamente de la visión corta de cada isla. Además, lo lógico sería que los candidatos a presidente encabezaran esa plancha y que su discurso, si cabe, fuese aún más archipielágico, así como el del resto de integrantes de esa lista. Por supuesto, también se compensaría, en parte, lo que conciben como un sistema electoral actual que desajusta en exceso la representación entre los territorios y la población, pero, con el tiempo, podrían también desmentirse las conclusiones de Saavedra y Fernández y que primen las políticas que anteponen la concepción general y de Canarias en su conjunto a la lucha continua por los logros insulares.

En lo que va de legislatura, PSOE, Podemos y, en ocasionas, hasta NC, por mucho que se le reproche su escoramiento hacia Gran Canaria, le han recriminado a CC y a ASG esa visión desde cada isla con proyectos como el Fdcan. Por encima de eso, y en un discurso que comparte Cs y que también utilizó IUC cuando se presentaba por separado, se recalca que, desde lo regional, se puede priorizar lo que necesita cada isla sin caer en el insularismo. En la otra orilla, y según voces tan autorizadas como la de José Miguel Ruano, esto choca con el modelo de CC de construir Canarias de abajo a arriba, de lo insular a lo regional. Una construcción que, en su opinión, ha permitido minimizar el pleito y equilibrar un archipiélago muy complejo, con dos islas grandes en población, tres intermedias y dos pequeñas

Si al final hay lista regional, el reto histórico está servido.