Dice la historia que las argollas canarias se comienzan a conocer a principios del siglo XIX, cuando Víctor Grau-Bassas hace referencia a ellas en "Usos y Costumbres de la población campesina de Gran Canaria". Los clásicos aretes en forma de "S", que es como se conocen por las formas que dibujan en su interior, son una joya que casi todas las canarias han usado en más de una ocasión. Hoy cruzan fronteras y las lucen las mujeres más influyentes del panorama nacional, desde políticas, artistas o incluso de la casa real. La inspiración de estas alhajas es antiquísima, tanto es así que puede ser que se remonte a los zarcillos más antiguos de la tierra, los que se usaban 2500 años A.C.

Las mujeres que trabajan la tierra, que fueron quienes las introdujeron, aún las llevan bajo sus sombreros de ala ancha cuando desempeñan su oficio, sin tener en cuenta ni el día, ni la hora. Suelen ser de plata y dimensiones prudentes. Las manos artesanas las han creado muy pequeñas, pensadas para las niñas, adornadas con el mismo dibujo que las más grandes, aquellas que pueden llegar a tener hasta 9 cm de diámetro. Las filigranas, que en un inicio solo se colocaban en la zona central de la media luna, ahora también salen de ahí para instalarse en el contorno, dejando el centro desnudo. Estos pendientes, sin importar ni el tamaño, ni el diseño, ni el material, se componen de dos piezas articuladas que dan movimiento y flexibilidad.

Hasta hace nada, solo se elaboraban por joyeros artesanos en plata u oro. Algunos de ellos los personalizaron con una pequeña escultura de los enanos de La Palma o con un aplique de piedras naturales de coral, turquesa o perlas. Hoy también se hacen en cobre, aunque esta no es la única novedad, pues entre los materiales más innovadores se contemplan los que parten de elementos reciclados como son los cedés, que con el brillo que aportan dan luz y destellos. Cuando se parte de estos materiales, la zona superior suele colorearse de un tono concreto que va desde el turquesa al rojo, mientras la base, que es más opaca, recoge apliques normalmente formados con estaño. Cuando los colores se permiten, el metacrilato es una buena base pues toma formas exactas con los métodos más novedosos. Las superposiciones, a las que lleva este material, juegan con colores complementarios y efectos tridimensionales. Mientras que el ganchillo se adapta a las bases.

El diseño que en principio solo cogía formas redondas para vestir las orejas se han adaptado a figuras geométricas o de gotas pero también a hacer de las "S" principales el único elemento ornamental. Y si en lo que a joyas se refiere se baila entre pendientes, colgantes y anillos es porque se pueden formar conjuntos o lucir por separado.

La evolución de un diseño tan concreto como son las argollas canarias ha despertado el interés en otros artesanos que trabajan los elementos tradicionales, hasta llegar a hacer de los calados el eje central de sus creaciones.

Hay joyas elaboradas en plata de 925 inspiradas en los tradicionales calados canarios, consiguiendo que el dibujo central sea el que se hace con el calado de galleta o de madrigal. Quien los ha trasladado a otros elementos lo ha hecho con cuidado y respeto a los orígenes.

Las artesanas que dominan la técnica son hoy las que propulsan las sinergias con joyeros, para que haciendo de la plata o las resinas el bastidor, se logren las figuras que hasta hace nada se hacían en manteles, tapetes... Usando el mismo método se recrea el Teide en un colgante, pero también un tajinaste en un cuadro que no cabe duda llegará a tomar las dimensiones precisas para poder abrazar la muñeca, pues no hace demasiado tiempo que el Drago Milenario, que se ubica en Icod de los Vinos, servía de inspiración para que en una base de metacrilato se fabricaran unos trofeos. A partir de ahí llegó a arropar el cuello y adornar el rostro. En este caso el riesgo se llevó en el cambio de materiales, dejando a un lado los hilos de siempre para conseguir terminaciones vibrantes.

Y es que los creativos hacen de los elementos más antiguos, las técnicas más autóctonas y los paisajes más conocidos nuestras joyas más preciadas.

Dice la historia que las argollas canarias se comienzan a conocer a principios del siglo XIX, cuando Víctor Grau-Bassas hace referencia a ellas en "Usos y Costumbres de la población campesina de Gran Canaria". Los clásicos aretes en forma de "S", que es como se conocen por las formas que dibujan en su interior, son una joya que casi todas las canarias han usado en más de una ocasión. Hoy cruzan fronteras y las lucen las mujeres más influyentes del panorama nacional, desde políticas, artistas o incluso de la casa real. La inspiración de estas alhajas es antiquísima, tanto es así que puede ser que se remonte a los zarcillos más antiguos de la tierra, los que se usaban 2500 años A.C.

Las mujeres que trabajan la tierra, que fueron quienes las introdujeron, aún las llevan bajo sus sombreros de ala ancha cuando desempeñan su oficio, sin tener en cuenta ni el día, ni la hora. Suelen ser de plata y dimensiones prudentes. Las manos artesanas las han creado muy pequeñas, pensadas para las niñas, adornadas con el mismo dibujo que las más grandes, aquellas que pueden llegar a tener hasta 9 cm de diámetro. Las filigranas, que en un inicio solo se colocaban en la zona central de la media luna, ahora también salen de ahí para instalarse en el contorno, dejando el centro desnudo. Estos pendientes, sin importar ni el tamaño, ni el diseño, ni el material, se componen de dos piezas articuladas que dan movimiento y flexibilidad.

Hasta hace nada, solo se elaboraban por joyeros artesanos en plata u oro. Algunos de ellos los personalizaron con una pequeña escultura de los enanos de La Palma o con un aplique de piedras naturales de coral, turquesa o perlas. Hoy también se hacen en cobre, aunque esta no es la única novedad, pues entre los materiales más innovadores se contemplan los que parten de elementos reciclados como son los cedés, que con el brillo que aportan dan luz y destellos. Cuando se parte de estos materiales, la zona superior suele colorearse de un tono concreto que va desde el turquesa al rojo, mientras la base, que es más opaca, recoge apliques normalmente formados con estaño. Cuando los colores se permiten, el metacrilato es una buena base pues toma formas exactas con los métodos más novedosos. Las superposiciones, a las que lleva este material, juegan con colores complementarios y efectos tridimensionales. Mientras que el ganchillo se adapta a las bases.

El diseño que en principio solo cogía formas redondas para vestir las orejas se han adaptado a figuras geométricas o de gotas pero también a hacer de las "S" principales el único elemento ornamental. Y si en lo que a joyas se refiere se baila entre pendientes, colgantes y anillos es porque se pueden formar conjuntos o lucir por separado.

La evolución de un diseño tan concreto como son las argollas canarias ha despertado el interés en otros artesanos que trabajan los elementos tradicionales, hasta llegar a hacer de los calados el eje central de sus creaciones.

Hay joyas elaboradas en plata de 925 inspiradas en los tradicionales calados canarios, consiguiendo que el dibujo central sea el que se hace con el calado de galleta o de madrigal. Quien los ha trasladado a otros elementos lo ha hecho con cuidado y respeto a los orígenes.

Las artesanas que dominan la técnica son hoy las que propulsan las sinergias con joyeros, para que haciendo de la plata o las resinas el bastidor, se logren las figuras que hasta hace nada se hacían en manteles, tapetes... Usando el mismo método se recrea el Teide en un colgante, pero también un tajinaste en un cuadro que no cabe duda llegará a tomar las dimensiones precisas para poder abrazar la muñeca, pues no hace demasiado tiempo que el Drago Milenario, que se ubica en Icod de los Vinos, servía de inspiración para que en una base de metacrilato se fabricaran unos trofeos. A partir de ahí llegó a arropar el cuello y adornar el rostro. En este caso el riesgo se llevó en el cambio de materiales, dejando a un lado los hilos de siempre para conseguir terminaciones vibrantes.

Y es que los creativos hacen de los elementos más antiguos, las técnicas más autóctonas y los paisajes más conocidos nuestras joyas más preciadas.