La palabra e-sports, esa combinación del lenguaje universal anglosajón y la era de internet y las redes, ha logrado en los últimos meses llegar a muchas capas sociales que, antes, ni se hubieran planteado su significado. El intento inicial del Gobierno canario de incluir los videojuegos en la Ley del Deporte, finalmente abortado por el Consejo Consultivo tras emitir un informe contrario, y ahora la ya célebre liga escolar (en realidad, para estudiantes de Secundaria) sobre esta materia, a desarrollar de octubre a diciembre, ha desatado una profunda polémica, con la mayoría de partidos de la Cámara en contra y muchos organismos educativos y socioculturales advirtiendo de los supuestos perjuicios de que una administración pública fomente esto.

La mayoría de críticas se centran en el sedentarismo, la adicción y los malos hábitos de vida que la potenciación de estos juegos electrónicos traen consigo, sobre todo entre ciertas capas de población y, en especial, entre los adolescentes. La consejera de Educación, Soledad Monzón, a preguntas de NC, se afanó en explicar en un reciente pleno parlamentario en que, lejos de esas intenciones de "enganche", el proyecto trata precisamente de todo lo contrario, de educar adecuadamente para hacer un buen uso de los videojuegos, como habría que hacerlo de la TV o internet.

No obstante, y a tenor de la respuesta del resto de grupos o de otras entidades, la consejera fracasó en su intento de persuasión. De hecho, y en declaraciones a EL DÍA, el director general de Ordenación, Innovación y Promoción Educativa, Jonathan Fumero, reconoce que les ha cogido por sorpresa la reacción, en algunos casos furibunda, y que han decidido adelantar la presentación de la liga.

Eso sí, si bien admite que quizás han fallado en la comunicación, insiste en que se ha querido tergiversar un proyecto que solo trata de evitar los malos usos de los videojuegos mediante la educación y un buen contexto sociofamiliar. Por eso, remarca primero que se trata de una iniciativa pionera en España, pero que responde a lo que considera una realidad impepinable, "y es que las ligas existen, los jóvenes, adolescentes y niños juegan con asiduidad y solo queremos concienciarlos de buenos hábitos".

En este sentido, subraya que la liga, en la que participarán 20 centros de Secundaria de todas las Islas menos Lanzarote y El Hierro (tras descartarse a 3 y retirarse otros 3), así como jóvenes de 14 a 16 años, se complementarán con talleres para alumnos, padres y familiares con actividades físicas y explicaciones de cómo convivir sin perjuicios con los videojuegos.

Asimismo, subraya que solo se competirá con el FIFA, Clash Royal y League of Legends, tres de los juegos más extendidos y con menos connotaciones negativas, según la consejería. Los participantes, en los que se ha buscado la paridad, jugarán dos horas a la semana (los jueves) en horario extraescolar, con el resto de talleres en horario docente.

Según Fumero, de no haber organizado esta liga la consejería lo hubieran hecho el C. D. Tenerife y la U. D. Las Palmas, a lo que se suman otras competiciones no controladas por instituciones públicas, mientras que, con esta, se busca concienciar. Los detractores, por supuesto, no lo comparten.

El Consultivo los excluye de la Ley del Deporte

La polémica de las últimas semanas por la liga de videojuegos tuvo su mayor antecedente en las Islas hasta octubre de 2017, cuando el Gobierno regional renunció a incluir los e-sports en la Ley del Deporte. Para ello, fue clave el informe contrario del Consejo Consultivo, que no consideró apropiado esa inclusión y el Ejecutivo optó por dejarlo pendiente en busca de mayor consenso. Eso sí, hasta entonces fueron encendidos los debates en el Parlamento entre el consejero de Turismo y Deporte, Isaac Castellano, y su compañero diputado de CC José Manuel Pitti, defensores entusiastas de una modalidad que sí conciben como disciplina deportiva, especialmente el político del Sur tinerfeño. A Pitti no lo ha frenado su soledad ante el resto de grupos parlamentarios para desplegar sus argumentos sobre la posibilidad, incluso, de que los videojuegos acaben siendo reconocidos como deporte por organismos internacionales. Por supuesto, los demás grupos fueron casi implacables en sus críticas, a lo que, sin duda, consideran una industria (y no siempre bien concebida), pero jamás una actividad física y deportiva, aparte de los problemas de adicción y fomento de la obesidad y el sedentarismo en muchos casos. Con la liga, las reacciones de estos grupos han sido similares y se les han sumado entidades como la Asociación de Pediatría de Atención Primaria de Canarias (APAPCanarias), que ha censurado el apoyo del Gobierno regional a los videojuegos deportivos. Para Fumero, por el contrario, se ha montado una polémica sin ninguna necesidad, desde el desconocimiento de las verdaderas intenciones y demasiados prejuicios que, eso sí, considera que se disiparán en diciembre, al hacer balance.