El sol, si no se toman las medidas de precaución necesarias, puede ser un enemigo para grandes y pequeños. La Consejería de Sanidad, a través de la Dirección General de Salud Pública, recuerda que -independientemente de la edad- la exposición al sol sin protección puede provocar la aparición de enfermedades graves, como el cáncer de piel, por lo que la prevención adquiere importancia fundamental entre los consejos para un verano saludable. Además, advierte de que los menores de tres años no tienen mecanismos para defenderse de él.

El cáncer de piel en general y el melanoma en particular, que es uno de los más agresivos, unido al aumento de patologías menores como la intolerancia o las alergias solares, hacen imprescindible el uso de una adecuada protección solar.

La actividad de los rayos UVA y UVB es la responsable de un aumento de la pigmentación cutánea (piel morena) muchas veces buscada, pero que no debemos confundir con estar más sano. La radiación solar ataca las membranas de las células de la piel y acelera el envejecimiento cutáneo, ataca la inmunidad, y propicia la aparición de tumores benignos e incluso malignos como el melanoma. El bronceado de la piel es un mecanismo de defensa de nuestro cuerpo ante esa radiación.

El daño solar es acumulativo -la piel tiene memoria- , por lo que es muy importante estar fotoprotegido desde los primeros años de vida. Las quemaduras solares de segundo grado, especialmente en la infancia, multiplican por dos las posibilidades de desarrollar un melanoma, tumor de la piel que tiene una incidencia de entre ocho y nueve casos anuales por 100.000 habitantes y que, aunque en un 85% de los casos se cura, en el 15% restante tiene un mal pronóstico.

Así pues, los fotoprotectores no deben considerarse como un producto cosmético, sino como un elemento necesario. Los fotoprotectores o filtros solares son unas sustancias que aplicadas sobre la piel atenúan -no la evitan totalmente- la acción perjudicial de los rayos solares, especialmente los Ultravioletas (UVA), que penetran profundamente.

El factor de protección solar o FPS es el índice que mide la capacidad protectora de un filtro frente a los efectos nocivos de la radiación solar sobre la piel. Lo que nos indica el índice es el tiempo que la piel puede estar al sol sin que aparezca enrojecimiento. Por ejemplo, un producto solar que ofrezca un factor de protección FPS 15, nos indica que la piel así protegida puede estar expuesta 15 veces más tiempo al sol sin quemarse que la misma piel sin esa protección.

Los fotoprotectores por sí solos no protegen absolutamente del daño solar, por lo que su acción debe complementarse con el uso de sombreros o gorras, gafas de sol con nivel de filtro 3 ó 4, y evitando siempre la exposición al sol en las horas de mayor incidencia de sus rayos, entre las 11 y las 16 horas. Las sombrillas no protegen adecuadamente del sol, que las atraviesa con facilidad, y su uso no exime por tanto de utilizar una fotoprotección acorde con nuestro tipo de piel.

En territorios como Canarias, en los que el nivel de radiación solar es elevado a lo largo de todo el año, debe utilizarse fotoprotección adecuada a nuestra piel en las zonas expuestas todos los días, no únicamente cuando vamos a la playa, a la piscina o a la montaña.