Catrinas, esqueletitos, la cruz de cal, comida... Componentes básicos de cualquier altar mexicano preparado estos días para honrar a los difuntos. Ninguno ha faltado en el elaborado en el domicilio de Félix y Patricia, en La Laguna, cerca de La Concepción. Ellos han exportado desde su México natal una peculiar "cultura de los muertos".

"El ceremonial prehispánico fue adoptado y adaptado por el cristianismo tras la conquista", aclara Félix, óptico del Instituto Astrofísico de Canarias que llegó a Tenerife hace doce años junto a su esposa Patricia, cocinera. Vinieron por poco tiempo y ya llevan doce noviembres aquí. Tienen una hija adolescente, Jazmín, que ha contribuido a crear este curioso mundo que ocupa hasta hoy -todo acabó tras la fiesta de anoche- un espacio central en el salón.

"Nos hemos adaptado -valoran ambos, oriundos de Catemaco, en el estado de Veracruz- a una ciudad, pero donde todo el mundo se conoce. Universitaria y abierta".

La idea de montar en casa la referencia a la muerte en el Día de Difuntos parte, asegura Félix, "de compañeros en el IAC que me plantearon reproducir aquí como se viven estas fechas allí. Ya llevamos seis años haciéndolo".

La base es la eterna contradicción entre el bien y el mal, pero con una alegría ante la muerte que procede del universo vital del mundo azteca. Afirman que "para ellos el más allá era muy importante. Había un largo viaje que hacer y se llevaban lo que les hiciera falta. El Día de Difuntos (ayer) volvían de visita y conservar los huesos, sobre todo el cráneo, era costumbre". La trascendencia no era tanto el comportamiento durante la vida como la forma de morir. Las ceremonias suelen hacerse en cementerios e incluyen música. La que le haya gustado al muerto, del mariachi al rock.

Félix explica: "El altar precolombino tenía nueve escalones o niveles y fue sustituido por siete tras la conquista, por los siete pecados capitales. Hoy son tres: el Inframundo, la Tierra y el Cielo". Aparecen figuras como la de "un médico amigo -incluso con el logo del SCS- que murió de cáncer de pulmón. Fumaba y le hemos puesto al lado una caja de tabaco".

Esqueletitos vestidos hechos con alambre y papel de periódico pintado. En ocasiones de gala, como las "catrinas" femeninas que en la versión de cuerpo entero popularizó en sus murales el gran Diego Rivera. No faltan las calaveras de dulces para los vivos. Muy sencillos, con pan de azúcar y harina en forma de cráneos. Suelen regalarse a familiares y amigos. No les falta ni un detalle como las gafas de sol. Y no se escatiman comida y bebida. De los callos y la fabada al arroz con frijoles, tacos o tamales. Del agua de Jamaica a la horchata. Sin alcohol en esta casa.

La "estrella invitada" este año es el fallecido científico Stephen Hawking, que tiene esqueleto con su silla de ruedas y cuya foto preside la pared con la cruz de cal, otro elemento característico.