La integración de las nuevas tecnologías en la cotidianidad de la vida es inevitable, y cada vez sucede antes el momento de probar por primera vez un dispositivo, de ahí que el porcentaje de menores que usan de teléfonos móviles en Canarias haya sufrido un repunte, hasta llegar al 65,4% durante el año 2017, según datos los extraídos por el "Dossier de indicadores de seguimiento de la Sociedad de la información por comunidades autónomas", editado el Ministerio de Energía, Turismo y Agenda Digital. Esta tendencia está íntimamente relacionada con el auge de los videojuegos en aplicaciones móviles desde que en 2016 eclipsaran el segmento de los juegos tradicionales.

En 2017, los videojuegos en móviles supusieron el 32% de la facturación total del sector de videojuegos, que fue superior a los 94.000 millones de euros en todo el mundo. Con este porcentaje, las "apps", alcanzaron el dato récord de 30.500 millones de euros ese año, un 22% más que en 2016, según el "Anuario de la industria del videojuego", editado por la Asociación Española del Videojuego (Aevi). Asimismo, el Ministerio de Agenda Digital, considera que "los juegos móviles tienen la ventaja de estar desplegados en una plataforma que está creciendo rápidamente en nuevos mercados, donde los operadores de red están más inclinados a invertir en infraestructuras móviles".

Con estos datos se plantea un escenario para el que muchos padres no están preparados, aunque esa tendencia esté cambiando. Aproximadamente el 84% de los padres españoles son jugadores, pero muchos acaban enfocando de manera inadecuada la educación de los más pequeños. Esto se asienta en dos tendencias principales: "Los adultos sin cultura digital que no quieren aprender, y los que aprovechan la tecnología para poder descansar y no ejercer como tal", explica la responsable de la Unidad de Psicopedagogía del Hospital de La Paloma, Zaira Santana.

Por esta razón, tanto la psicopedagoga como los expertos en videojuegos, apuestan por pasar más tiempo aprendiendo el lenguaje de los pequeños, educarles en el uso responsable de las nuevas tecnologías e implicarse como compañeros de juego. Lo que en definitiva es "ser padres", y mostrar a sus hijos los pros y los contras de las nuevas tecnologías de la misma forma que lo harían con las drogas o el sexo.

Además, es importante hacer uso del control parental, una herramienta con la que prácticamente cuentan todos los dispositivos, aplicaciones y videojuegos. En estos últimos, permiten limitar o dirigir la descarga de los contenidos de pago, así como supervisar regularmente los registros de actividad y desactivar o eliminar los juegos que se consideren inadecuados. En dispositivos como las tabletas, también se puede incluir una interfaz para los más pequeños con limitaciones en cuanto aplicaciones y funciones.

Pero el control parental, aunque muy útil cuando no se puede estar pendiente del menor, no es la panacea. "Cuanto más limitemos peor va a ser", concluye la psicopedagoga, que apuesta por que los padres pasen tiempo con sus hijos y aprendiendo "su idioma". Santana asegura que "hay que entrarles hablando como a ellos les gusta que lo hagas, y a partir de ahí, ir modulando el tono", de tal modo que sea más sencillo corregir aquellas actitudes más negativas y poner reglas. En ningún caso, los padres deben proporcionarles un recurso como este "para luego demonizarlo".