La diálisis peritoneal en domicilio es uno de los tratamientos sustitutivos renales más recomendados para los pacientes renales. No obstante, en 2017, según el Registro Español de Enfermos Renales, el número de estos pacientes que se acogieron a este tratamiento cayó un 31,65% respecto al año 2016.

Esta tendencia, sin embargo, parece que se revirtió en el último año 2018 como constataron tanto Alejandro Díaz, presidente provincial de Alcer en Las Palmas como el nefrólogo del Hospital Universitario de Gran Canaria Dr. Negrín, Nicanor Vega.

Las razones de este pico a la inversa son diversas, aunque el presidente nacional de Alcer, Daniel Gallego, consideró que uno de los problemas fundamentales es la falta de información. "A veces se trata al paciente desde un punto de vista paternalista", explicó Gallego, que instó a los profesionales a proporcionar toda la información acerca de los 3 tratamientos que actualmente están disponibles para estos pacientes: diálisis peritoneal, hemodiálisis y trasplante renal.

Y es que Canarias se encuentra por debajo de la media en pacientes adheridos a la diálisis peritoneal (10,8%) cuando lo ideal es que alcanzara el 30%, como explicó Vega. "Algunos años nos quedamos por debajo y otros muy por encima, como creemos será el caso del 2018", constató el especialista que destacó que las consultas informativas de enfermedad renal crónica avanzada (ERCA) están dando sus frutos. No obstante, y según el Grupo de Apoyo al Desarrollo de la Diálisis Peritoneal en España (GADDPE), existe un desequilibrio en el uso de terapias de diálisis incluso entre los hospitales de la comunidad autónoma.

Según el informe, hay 3.020 pacientes en tratamiento sustitutivo renal, de los cuales 1.502 están en hemodiálisis, 182 en diálisis peritoneal y 1.339 han recibido un trasplante.

La diálisis peritoneal es un tratamiento menos agresivo que la hemodiálisis, además de que protege la función renal durante un tiempo más. En este sentido, también es una opción cómoda para el paciente, ya que puede hacerla desde casa de forma autónoma, lo que permite seguir haciendo una vida normal. No obstante, requiere de un "compromiso con la enfermedad" y muchas veces, dependencia de los familiares. Por tanto, debe ser el propio paciente el que evalúe sus condiciones económicas y sociales para elegir un tratamiento u otro.