Un proyecto empresarial pero también social. Las empresas de inserción con las que cuenta la Fundación Ataretaco compiten, como las demás, en el mercado de bienes y servicios y demuestran que son tan eficientes, profesionales y productivas como la que más, pero el beneficio que buscan no es económico: una parte de sus trabajadores, personas en riesgo de exclusión social, desarrollan un itinerario laboral y formativo que los prepara para enfrentarse con garantías al mercado de trabajo.

Ecatar y Ecoinser son las dos empresas de inserción del grupo Ataretaco. Se dedican a la recogida y tratamiento de residuos y gestionan parcialmente la planta pública de clasificación del Complejo Ambiental de Tenerife en Arico -todavía conocido como el PIRS- y otros residuos en la planta que la fundación tiene en el polígono industrial El Mayorazgo, en Santa Cruz de Tenerife.

Hay en esta actividad un doble compromiso -social y medioambiental-, hasta tal punto que el coordinador de las Empresas de Inserción de Ataretaco, Jorge García Sanabria, habla de "gestión social de los residuos". De ello se encarga una plantilla formada por unas 120 personas, entre beneficiarios de contratos de inserción, técnicos y personal estable, para lo que la entidad dispone de financiación, a través de subvenciones, del Servicio Canario de Empleo (SCE).

La estancia en estos centros de los usuarios con contrato de inserción dura tres años, pero en realidad el proceso empieza antes -con la selección, en colaboración con los servicios sociales municipales y recibiendo 50 horas de formación- y se prolonga posteriormente -cuando los trabajadores acceden a un contrato en una empresa "externa" y siguen siendo objeto de seguimiento durante dos años más-.

En la parte central de su recorrido, los usuarios -el 50% de la plantilla- participan en un horario laboral y formativo. Todos los días falta a su puesto uno de los trabajadores para acudir a la sede de Ataretaco en el pueblo de Abades (Arico), donde recibe formación semipresencial, tanto para la tarea que desempeña como para el trabajo al que aspira en un futuro. Parte de la formación impartida se orienta a la obtención de certificados de profesionalidad con los que acreditar la experiencia acumulada en el ejercicio laboral.

Sonia y Jonay son dos de los trabajadores de estas entidades que cuentan con un contrato de inserción. Ella lleva algo más de un año en Ataretaco y él está cerca de cumplir sus primeros doce meses. Ambos se ocupan de tareas de triaje -separación de los residuos antes de su tratamiento-, valoran la posibilidad de formarse a la que han accedido en la empresa y están satisfechos del trato recibido. "Te resuelven todas las dudas y te echan una mano".

Los datos de inserción corroboran que la labor que se desarrolla en el seno de estas entidades y el esfuerzo de los participantes tienen su fruto: un 40% de ellos accede luego un puesto de trabajo.

Doce entidades en las Islas y más de 200 contratos

En Canarias existen 12 empresas de inserción dedicadas fundamentalmente a actividades vinculadas al sector servicios, el reciclaje (papel, textil, electrónica...), la agricultura y ganadería ecológica, la asistencia a domicilio, limpieza y alfarería, entre otras actividades.

El Servicio Canario de Empleo (SCE) ha subvencionado este año con 1,9 millones de euros la contratación de 195 personas en riesgo de exclusión en las Islas, de las que 188 son en las plazas de inserción y otras siete, que ya han culminado el itinerario de inserción inicial, como contratación definitiva en el mercado laboral ordinario. Además, la convocatoria anual de subvenciones permitirá financiar otras 48 contrataciones de personal técnico dedicado a la gestión y acompañamiento en las empresas de inserción.

El director del SCE, Sergio Alonso, explica que "el fin último es integrar en el mercado laboral ordinario a quienes tienen más dificultades sociales y económicas, pero también es necesario, hasta que se normaliza su integración, compensar económicamente el menor índice de productividad de estos trabajadores durante los primeros años". En función del nivel de empleabilidad de cada persona se trabajan con ella las especificidades que requiere su inserción laboral. Por ello, siguen itinerarios en las empresas de inserción donde inician su primer contacto laboral y reciben apoyo de equipos multiprofesionales que les acompañan y orientan en este proceso.

En 2017 se financió la contratación de 158 personas en riesgo de exclusión en un total de 10 empresas de inserción y la inserción laboral definitiva en el mercado de trabajo ordinario de otras 11, lo que supuso una inversión de 1,6 millones de euros.