Vitalidad, energía, ilusión y ganas de aprender son las mayores cualidades de los mayores gomeros. Tras una vida llena de trabajo y esfuerzo, buscan pasar el tiempo libre entre risas, amigos y entretenimiento. Pintura, gimnasia y hábitos de vida saludable son algunas de las opciones que pueden encontrar en La Gomera, además de las que organizan las asociaciones de mayores de la Isla.

Un ambiente de diversión es el que se vive entre las paredes en las que se reúnen cada tarde o, en verano, a orillas de las playas gomeras. Reencuentros de viejas amistades, la creación de algunas otras y, sobre todo, ganas de pasarlo bien es lo que se refleja en todos los rostros de los mayores que asisten sin falta a la cita.

Reza un refrán que "nunca es tarde si la dicha es buena" y, en este caso, es fácilmente aplicable a todos los mayores que acuden a los talleres pues, con mucho entusiasmo y ganas, aprenden cómo usar el móvil, el ordenador o hasta navegar por internet, acciones que son imprescindibles actualmente pero que, para ellos, constituyen un mundo completamente desconocido y que quieren descubrir para poder usarlo en su día a día.

El presidente del Cabildo Insular de La Gomera, Casimiro Curbelo, señala la importancia que tiene para los mayores la realización de estas actividades pues, con ellas, "se permite trabajar y mejorar las capacidades de autonomía personal, incrementando el bienestar físico y la salud, previniendo situaciones de dependencia, a través de técnicas de desarrollo cognitivo".

Curbelo añade que "estas actividades se compaginan con las de las asociaciones de mayores, que realizan una estupenda labor en la Isla, con ayuda y cooperación de ayuntamientos y Cabildo". Asimismo, recalca el entusiasmo el que asisten los mayores a las clases, pues "es una carga de energía tremenda la que nos transmiten en nuestras visitas a sus talleres". "Ver la alegría con la que realizan cada actividad, poniendo mucho empeño, paciencia y delicadeza en todos y cada uno de sus trabajos es una lección de vida para todos nosotros", precisa.

Uno de los talleres que más demandan los usuarios y que más entusiasmo despiertan es el de pintura. Con un pincel en la mano y con la paleta de colores en la otra, se disponen a realizar una obra de arte que, probablemente, cuelguen en las paredes de sus casas con mucho orgullo para que sea del disfrute de quienes les visitan.

Flory es la monitora encargada de impartir este taller y destaca lo importante que es la pintura para los mayores, pues "se trata de una terapia relajante, que no deja de ser comunicativa". Además, apunta que este tiempo es "un motivo más para compartir e intercambiar impresiones entre los demás compañeros". Añade que "mientras pintan, se relajan y mantienen la mente ocupada, que es lo más importante", y habla de la ilusión con la que asisten a clase pues "es raro que falten".

Son cientos los mayores que acuden cada tarde a unos talleres en los que la edad no importa, pues hay tanto de 65 años como de 90. El Cabildo Insular, además, facilita el traslado de muchos de ellos con guaguas que los recogen en las cercanías de su hogar y los llevan al centro o a la playa, esperan a que finalicen y regresan de nuevo a casa en el mismo medio.

Tardes en las que aprovechan, además, para rememorar algunas etapas de sus vidas, bonitas o no, pero siempre desde el cariño y respeto con una memoria impecable. Cómo conocieron a sus parejas, cómo criaron a sus hijos o cómo han visto crecer a sus nietos son algunas de las conversaciones que se escuchan en los talleres.

Eloína Arzola, una vecina de Imada, en Alajeró, asiste a los talleres de pintura que se dan en el centro cultural del caserío. A sus 88 años, recién cumplidos el pasado 1 de enero, desprende una vitalidad y alegría que contagian a todo el que habla con ella. Con 13 hijos, 21 nietos y 7 bisnietos, le encanta asistir a clases de pintura y hacer el cuadro que más le gusta de todos los que lleva la profesora.

Asimismo, añade que estos ratos sirven para recordar viejos tiempos, pues "aunque somos pocas personas en Imada, comentamos aquellos años cuando, por ejemplo, mi marido y mis hijos trabajaban empaquetando tomates o plátanos", reseña.

Otra usuaria es Ana Mesa, de 69 años de edad y de Valle Gran Rey, que pertenece a la asociación de mayores del municipio. Preguntarle por los talleres a los que asiste es sinónimo de felicidad, pues comenta que le encanta a asistir a todos porque, todo le gustan, "desde pintura hasta gimnasia".