Creemos que está plenamente fundamentada la siguiente frase: "La historia, a nosotros los canarios, nos ha condenado a ser ignorantes de nuestra propia realidad". Y hasta llegamos a creer que en el planeta Tierra no había más lenguaje silbado que el interpretado por los habitantes de la isla de La Gomera, tal como reconoce y recuerda la siguiente estrofa, tan escuchada en ambientes verbeneros:

"La isla de La Gomera

tiene un secreto escondido,

es la única en el mundo

que habla con el silbido".

A medida que discurrió el tiempo, tal afirmación declinó por su propio peso. Se ha silbado y continúa haciéndose en gran cantidad de países del mundo: Marruecos, Turquía, México, Grecia, Francia, Brasil, Senegal, Togo, Nepal, Vietnam, Nueva Guinea, Alaska? Siempre resulta ser un ejercicio relacionado con la necesidad de comunicarse salvando distancias más o menos considerables.

En lo que corresponde a Canarias, sabemos que no solo se silbaba en La Gomera, como se creyó durante largo tiempo; también aconteció en otros territorios insulares del Archipiélago: Lanzarote, Gran Canaria, Tenerife, El Hierro. Para esta última isla son varios los estudiosos que, desde finales del siglo XIX, han hecho alusión al lenguaje silbado, considerándolo un recurso que se remonta al tiempo de los viejos bimbaches, utilizado como forma de comunicación interpersonal y como medio para controlar al ganado, conjuntamente con la valiosa ayuda del palo y el perro.

Algunos años después, concretamente en 2008, el etnomusicólogo David Díaz Reyes, tras un exhaustivo trabajo de investigación de campo, publicó el libro titulado El lenguaje silbado en la isla de El Hierro, de 134 páginas de extensión e inclusión de un CD, obra que volvería a ser editada en 2017, año en el que, conjuntamente con uno de los más importantes investigadores del planeta, Julien Meyer, publicó en la revista Geólinguistique número 17 (Universidad Grenoble Alpes) el artículo titulado Geolingüística de los lenguajes silbados del mundo, con un enfoque en el español silbado.

Como reafirmación de lo que someramente hemos expuesto, los días 13 y 15 de abril de 2018 se celebraron en El Hierro las Primeras Jornadas de Silbo Herreño. Y algunas semanas después, 25 de mayo, tuvo lugar, en la Facultad de Educación de la Universidad de La Laguna, una mesa redonda sobre silbo herreño, organizada por el Aula Cultural de Etnografía de la Universidad de La Laguna y la Asociación Cultural y de Investigación YO SILBO. En ambos eventos intervinieron reconocidos especialistas y se presentó el documental El Hierro. El silbo que no murió, protagonizado por una destacada participación de personas naturales de El Hierro, hombres y mujeres de diferentes edades.

Sencillamente se llama silbo herreño. Y está en trámite de convertirse en Bien de Interés Cultural. Un motivo de satisfacción no solo para los habitantes del Peñón Herreño sino de todos los canarios en general. Y lo mismo deberá acontecer, sin duda alguna, cuando se investiguen y prodiguen los lenguajes silbados de otras islas: Tenerife, Gran Canaria, Lanzarote.

En cada una de las manifestaciones de la cultura tradicional hay un patrón referencial. Y a partir de ahí, las variantes -debidas a razones lingüísticas, geográficas, de proceder?- enriquecen a la cultura. Silbo gomero, herreño, tinerfeño, gran canario? Son variantes como las hay en otras expresiones de la cultura, denominadas, tantas veces, teniendo en cuenta su ubicación geográfica. En el mundo del folklore musical, lo expuesto es resaltante: tajaraste gomero - tajaraste tinerfeño o de Tenerife; polka majorera - polka de Tenerife; tango herreño - tango jerreño, guanchero o de Tenerife; siote majorero - siote palmero? Y como esos, tantos ejemplos más. Si no, ¿cómo vamos a nombrar las cosas? ¿Habrá algún procedimiento más simple y claro? Por eso, al silbo herreño, lo vamos a denominar así; y un criterio similar, con mucha probabilidad, regirá en Marruecos, Turquía? y en cualquier país donde se prodigue el silbo, un ardid que creó el ser humano con la finalidad de favorecer y facilitar las cosas.

Ahora bien, el grado de incomprensión y recelo puede alcanzar niveles inconcebibles y hasta asombrosos. Anonadados nos quedamos al tener que escuchar que el señor que aparece en la portada del libro de David Díaz Reyes - Amadeo Quintero Padrón, vecino de El Mocanal, fallecido hace algún tiempo - aprendió a silbar en La Gomera. O que el silbo herreño es un invento. ¿Cuál es la razón por la que se hacen tales afirmaciones? Todo lo contrario a alegrarnos por haber contribuido a ensanchar el caminito de nuestra cultura tradicional canaria en el que el silbo herreño, tan sencillo, ocupa un lugar relevante, el que se merece.

No hace muchas jornadas, un folklorista gomero aportó y hasta llegó a cantar el siguiente pie de romance, ganándose el beneplácito de los presentes: "Yo le digo al mundo entero / que el silbo es de los gomeros". Silbidos o chiflidos de orgullo y respeto, lanzados desde diversos lugares del planeta, arropan la idea de que el silbo - con sus múltiples y sugerentes denominaciones - es un valioso y honroso patrimonio universal compartido.