Pajé, Domínguez del Toro y Ernesto de La Rosa dejaron a su paso por la Comisión de Fiestas buenos recuerdos para todos, pues eran personas que conocían muy bien a los que hacían el carnaval. Siempre con una actitud dialogante y amable, escuchaban y valoraban todas las propuestas y actuaban con lo mejor de ellas en bien de la fiesta. Hasta que la política y la improvisación se apoderaba de aquellas oficinas, año tras año fueron circulando por allí zascandiles (como bien dice D. Juan Galarza) que ni zorra idea tenían de nuestro carnaval. Llegaron las credenciales en el pecho de quienes poco o nada sabían de nuestra fiesta, la Comisión murió para dar paso a la "Organización". La Gala se convirtió para estos en la palabra mágica en la que volcaban los tiempos, los dineros, las atenciones, y aquella oficina del O.A.C. desplegaba todos los medios y sus huestes en la famosa Gala, pero acabada esta, como si hubiese pasado una tormenta perfecta por allí, los restos que quedaban no se enteraban de la misa la mitad. Se pusieron a inventar un carnaval moderno y desaparecieron casi de un plumazo las mascaritas, la Plaza de Toros, las salas de baile, las orquestas (las nuestras). Sacaron de la semana festera los concursos, repartiendo por diferentes lugares y días la celebración de estos, hasta los bares y casas de comidas cerrados o sin actividad hasta altas horas de la madrugada, murió el carnaval de día, el de tarde y el de la noche, para pasar a unas fiestas de 2 a 7 de la madrugada. ¿Qué pueden ver hoy los que decidan darse un paseo por la capital durante la semana festera, que no sea aguantar el olor pestilente de unas calles totalmente vacías y casi sin vida, desfiles que empiezan 1 o 2 horas después de lo programado o el que yo llamo "el coso de los resacados", cada año más desangelado y carente de organización? Pero sería injusto hacer responsable únicamente al O.A.C. de ello, pues, en gran parte, la culpa de la pérdida de tantos y tantos grupos, como de la idiosincrasia del carnaval, reside en los propios grupos, celos enfermizos, envidias, iras, rencores, falsedad y otros menesteres han dado el fruto que "algunos" querían, practicando aquello de divide y... Me resulta hoy gracioso oír a casi todas las murgas entonando el cansino "mi carnaval" ¿qué o cuál carnaval?, ¿este?, ¡por favor! A tenor de lo denunciado por ellas mismas en este mismo año, parece ser que para muchas de ellas por un 1º premio matan, un 2º o 3º es un fracaso; reflexionen un poco, señores, o con el tiempo volveremos a oír lo de los famosos "pactos de no agresión" entre murgas o murgueros. Hágannos reír, que la risa es muy buena y nos hace mucha falta para mitigar la que se nos viene encima.