DIEZ Y MEDIA, once de la noche, más o menos, -¡Venga!, vamos a disfrazarnos que la noche nos espera-. Llegamos al punto de encuentro, bueno, más bien llego al punto de encuentro a eso de las doce y media. De los treinta que hemos quedado, sólo hay cuatro que no se fueron a cambiar sino que ya tenían su disfraz, en este caso en el local de la murga. Una de la mañana. Van llegando. Se empiezan a disfrazar y a beber para ponerse a tono. Los cuatro de antes ya están "bonitos". A mí, después de dos horas de espera, lo único de lo que tengo ganas es de irme a la cama. Una y media de la mañana, y ya estamos casi todos. ¿Nos vamos ya? ¡Qué coño, todavía faltan unos cuantos que suelen llegar a las dos, y por supuesto, el Breva y "Balisio", que éstos, hasta las dos y media no llegan! ¡Caritas, que son unos caritas! Las tres de la mañana, aún no hemos salido del local, hay un "pedo" general...., y entonces ¡llegó el momento! ¡Vámonos a bailar! ¿Dónde está "El Flaco"? Pues metido en la cama hace una hora. ¡Pollabobas! No, voy a estar esperando por ustedes ¡tres horas!, llegar al sitio de baile a las tres, o tres y media de la mañana, y luego decir -¡coño, nos cortaron la música y acabamos de llegar!- Y ustedes qué esperaban, ¡papafritas! Sí, soy un carroza que se acostaba todas y cada una de las noches de carnaval, incluida la del entierro de la sardina, ¡de mañana! Que incluso bajaba con guitarra al hombro, ¡ay, qué tiempos aquellos! Eso sí, desde las once; después, lo reconozco, como mucho a la una (bueno, una y media), de la mañana, ya bajábamos hacia la zona del Corynto. Ahora, mi noche de Carnaval se ido pa´ arriba, por el Platillo Volante, y entre Capitanía y el antiguo cine Rex... ¡Coño!, podían haber hecho esto unos añitos antes, cuando salía de noche, que me queda cerquita de casa. ¡Cabrones, que son unos cabrones! Bueno, espero pasado mañana, sábado, salir y gozar de la noche después de algunos años... Evidentemente estoy algo oxidado, pero seguro que me vengo arriba con un par de tanganazos, y como estamos de carnaval, pues me acercaré a la barra y le diré al camarero/a: ¡Ponme una MIRINDA! Jajajaja, sólo por verle la cara, claro. Y me lo estaré pasando de puta madre, con una peluca, gafas negras, escondido tras una visera, hasta que llegue el lamparita de turno, cargado, me toque en el hombro y me diga: -¡Flacoooooo... saca otra vez a Los Singuangos!; te acuerdas en el ¡ochenta y cinco!... Y va el muy mamón y me canta toda la canción. Y el colega por el otro lado: ¡la subvencióoooon, la subvencióoooon! Ustedes creen que hay derecho a eso. Jajajajajaja. ¡VIVA EL CARNAVAL! NOTA: Reco, ¿era Kim Bassinger?