Vaya por delante que esta opinión, como todas, no está exenta de grandes dosis de subjetividad. Y no es sino una más de las casi 7.000 que se podían recoger tras la noche murguera del viernes. Todas acertadas, según el disfraz que se utilizara.

La final de murgas, cita marcada en rojo en el calendario de la crítica carnavalera, dejó un cierto sabor agridulce, en el fondo y en la forma. Por un lado, puso en evidencia que el nuevo sistema de puntuación, que se suponía más justo, está lejos de serlo; por otra parte, que a algunos grupos se les hace grande el concurso cuando tienen que afrontar fase y final.

Bambones, que dirige el incombustible Primi Rodríguez -aunque ya con barriguita, como él mismo reconoció-, se hizo con el máximo galardón en el apartado de interpretación haciendo valer su regularidad, premiada este año por primera vez con un sistema de puntuación que sumaba los registros de la fase y de la final. Los de El Cardonal apuntalaron el triunfo con su actuación del viernes (9,3750), pues en la fase el jurado había puntuado mejor a unos sorprendentes Mamelucos (9,2500 frente a 9,1250).

La murga lagunera sigue haciendo valer el viejo lema murguero de que son la voz del pueblo y solo con salir al escenario tienen aplauso y reconocimiento que a otros les cuesta sudor conseguir. En cualquier caso, aunque por aquello de la máxima exigencia se podía esperar algo más de los de Primi, su triunfo resultó bastante obvio una vez terminada la actuación de los ocho finalistas. Otra cosa fue el resto de la distribución del podio.

Del análisis que dejan las puntuaciones del concurso cabe preguntarse qué tendrá que hacer una murga femenina para llegar alguna vez a obtener premio. Sin desmerecer al otro colectivo de féminas, Burlonas, ni al resto de finalistas, Triquikonas completó en 2013 la mejor actuación de un grupo de chicas de toda la historia del Carnaval chicharrero. ¿De qué le valió, al margen del reconocimiento popular? De poco. La murga dirigida por Almudena Domínguez se tuvo que conformar con un cruel quinto puesto. Eso sí, su autoridad sobre el escenario (por número y por trabajo) y su cuidado repertorio lograron la esencia del esfuerzo murguero: el aplauso de un recinto puesto en pie. Su puntuación de fase alcanzó los 8,3750, mientras en la final fueron "castigadas" con 7,8125.

Con la fría suma de datos del jurado, ¿qué habría pasado si Triquikonas hubiese tenido voz masculina? El asunto se presta a una fácil demagogia, pero no deja de ser llamativo que la coincidencia general no se reflejase luego en los números del jurado. Tal vez la razón esté en que a los encargados de impartir justicia murguera no le gustan los gimnasios ni las dietas.

Bromas aparte, los responsables de valorar el trabajo de los ocho finalistas apostaron, según se desprende de las votaciones, por las cuatro grandes. Tras Bambones, fueron los Diablos Locos de Maxi Carvajal los que ocuparon el segundo lugar. Al igual que la murga de La Laguna, los Trónicos afianzaron su segundo puesto con su actuación de la final, con una valoración de 8,5417, pues en la fase (9,0833) habían quedado por detrás de los de Primi y de Mamelucos.

Precisamente, los de la Casa del Miedo perdieron la oportunidad de hacerse con el primer premio de Interpretación, que se les resiste desde 1992, en la final, pues apenas superaron la barrera de los ocho puntos de valoración (8,0625). Con todo, confirmaron que su evolución, iniciada hace dos años, va por buen camino.

Cerrado el podio, Triqui-Traques, con Óscar Gómez al frente, ocupó una cuarta plaza que queda muy lejos de sus aspiraciones y potencial. Los de La Noria dieron síntomas de recuperación en la fase (cuartos con 8,7500) tras varios años sin dar con la clave, pero pincharon en la final, en la que fueron superados, incluso, por su "versión" femenina, Triquikonas. Ni se les vio cómodos al criticar ni lograron enganchar con su mejor arma: el humor.

Tampoco respondió a las expectativas del jurado La Traviata, que venía avalada con una buena primera fase, en la que había logrado una puntuación de 7,9583. Su marca de la final, en la que no lograron enganchar ni al público ni a los jueces, fue de solo 7,4792.

Pero el "castigo" mayor de los miembros del jurado fue para Guachipanduzy y Burlonas. A los de Luis Mariano les salvó del último puesto la gran actuación de la fase, que les permitió pasar a la final con un 8,1250 de valoración. El viernes, sin embargo, no dieron con la tecla adecuada y se quedaron con una puntuación de 5,7083.

Mientras, las chicas de Adela Peña pasaron de un 7,9583 en la fase, que les permitió estar entre las ocho mejores, al 5,4583 de la final. Cruel revés para Burlonas, pues quedó la sensación de que si sus letras las hubiera cantado una murga masculina la valoración del jurado no hubiese la misma.