"Nos reíamos del Carnaval de Las Palmas porque llevaban a sus reinas en camiones y ahora nosotros las sacamos en grúas". Fue el comentario de uno de los muchos incondicionales de cabalgatas anunciadoras como las de anoche, que no salía de su asombro al ver a la organización desbordada en el primer desfile de la fiesta. El pueblo demostró "hambre" de Carnaval. Más gente que nunca. No cabía un alma. Y miles de carnavaleros disfrazados. Pero Fiestas no supo canalizar ese empuje y se perdió entre la multitud. Anoche, la Cabalgata estrenó trazado, y lo único que consiguió fue colapsar La Salle, con las carrozas, y San Sebastián. Los grupos no solo bajaban por San Sebastián; también se incorporaban por debajo, y por Padre Anchieta, y por Ramón y Cajal... Las carrozas dieron ambiente de Carnaval a La Salle, pero el desfile... el desfile murió. No fue una cabalgata. Fue una calle cerrada con gente que transitaba a su ritmo. Como si de una feria de grúas se tratara, la Cabalgata lo abrió la grúa de la reina. Y detrás, la Ni Fú-Ni Fá... ¿Qué hubiera dicho Enrique González Bethencourt? Y detrás la reina infantil, y luego la de la tercera edad... cuando hasta ahora abría la niña, seguía la tercera edad y luego la adulta... Salir de La Salle a San Sebastián, lejos de facilitar ordenar a los grupos, solo colapsó a la organización, incapaz de colocar a los participantes en el puente Galcerán, que estaba cerrado al tráfico, a los peatones, y a oscuras. En sí, la Cabalgata tomaba cuerpo en la plaza Militar, porque era donde había luz. Y más público. Y se abría en la plaza de Weyler, donde había luz, y televisión. Y más se veían las grúas. Anoche, los carnavaleros, se entregaron en cuerpo y alma para recuperar el Viernes de Carnaval, que no pudieron celebrar en 2013 -suspendida por el caso Saida, que anoche salió bailando con Cariocas-. Y la organización firmó el peor desfile en muchos años. Lo mejor, ya es Carnaval.