La murga que dirige Carlos Estévanez con el apoyo musical de Óscar Gómez desentonó en la final. El primer tema, "Los electores", escrito por un grupo de letristas de la murga, se planteaba contar los diferentes tipos de electores. Cuando la vocalización se lo permitió, parecía que se referían a la geste de postín que votaba, luego a Pablo Iglesias, para seguir con una mención extraña entre Gonar y el canarión. El tema, ya deslavazado y sin sentido, buscaba el final. Solo faltó que alguien dijera aquello de: ¡Árbitro, la hora! Incrustaron al pasota y hasta parecieron que tomaron prestada a Triquikonas la chica malcriada que las dejó este año fuera de final. Concluyeron pidiendo un mejor sueldo.

Pero cabía el peor todavía, con "Las adicciones", una demostración de lo que se puede hacer en situaciones de embriaguez, como parecieron referirse al inicio. Habían pasado dos minutos y el tema daba rodeos y no arrancaba. Como tampoco lo había hecho Ni Pico.

Hablaron de la "adicción" a coleccionar basura, incrustaron "el chiringuito", por un pareado fácil y desesperado. Perdieron el sentido de la letra cuando fueron al gimnasio: "ya no tengo pectorales, tengo tetas". Y como van al gimnasio, toman proteínas y "no se me empina", dijeron. Entre las adicciones, al selfie. El tema podía ser peor, con la referencia a la violencia y el terrorismo, para concluir formando con los cartones la bandera francesa.

Al término de su actuación, no solo demostró que desentonó en la final, sino que es posible hacerla con un finalista menos. Su actuación de ayer ayudó a perder la adicción a las murgas.