Martes. Ocho y media de la noche. La Ni Fú-Ni Fá es un ir y venir. En el patio, Cándido Acuña, el director, corrigiendo algunos matices con un grupo de componentes antes de comenzar el ensayo, mientras que la sala de juntas se ha habilitado para las pruebas de los disfraces del Carnaval 2019. Cándido ordena comenzar. Acatarrado y con bufanda, pero fiel una noche más. "Como la mitad de componentes, con gripe", advierte. Nacho deja de despachar en la barra y como la mayoría de las noches, su público habitual, Berto González Pérez -hijo de la célebre Mama Lala- y Carmita Tejera, la presidenta del rastro y "madrina" de la murga. Como "jefe de protocolo", atento a que todo esté perfecto, el vicepresidente de la sociedad, Cristóbal Reyes, que llegó siendo niño con su padre, de la mano de Miguel "El Potaje", compañero de trabajo en Aviación Civil y en la murga Los Piltrafas, de La Laguna.

Al frente de la murga, el más veterano como componente, Cándido Acuña, que pisó la Fufa por primera vez con 18 años, "apadrinado" por Ismael Rodríguez Yanes "Sir Uelo", y ya suma 62. Antes de director, trompeta, bombista... "comodín", como apostilla Berto.

Cándido marca el compás y echa a andar la Fufa, con la intriga de saber si es un híbrido de una murga de antaño que quiere ser moderna o reivindica su estilo: sonido Ni Fú-Ni Fá. Ya la presentación suena a la murga de siempre, a una sola voz, temas cortos y voces roncas. Sin extravagancias. Este año son 50 componentes. En la fila, caras nuevas llegadas de Los Que Son, pesos pesados, como Jose "El Grano", Carlos La Serna o Fran, el que era su director. En el centro, José Socorro, "Pepe Help", padre del conocido cantante José Manuel Ramos, un fisioterapeuta que se sumó por primera vez el año pasado, "y que nos tiene a todos derechitos como una vela", comenta con humor Cándido, que demuestra haberle cogido el tranquillo a la dirección. Con dos palabras le entiende toda la murga: "swing" y "picadito". Y cuando nota a la murga asfixiada, sube el tono con un diapasón y... entonces se escucha a la verdadera Ni Fú-Ni Fá. No oculta su vocación de percusionista, cuando se dirige a David, en timbaleta, para marcarle de vez en cuanto el "chin pún" que pretende. Temas de humor, sin acidez, con algún rajazo a los políticos y con sabor a la murga de Enrique.