Hoy acaparan los focos en los concursos de murgas adultas al menos media docena de directores que un día militaron en una de las murgas infantiles que desde este jueves pasarán por el recinto ferial. Es el caso de Adela Peña, curtida en las filas de la infantil Melositos -hoy Burlonas-; José María Otero, en Triqui-Traquitos -hoy Triqui-Traques-, Xerach Casanova, en Mamelones -hoy Mamelucos-, Tania Fernández, en Melositos -hoy MasQLocas-, o Javier Lemus, en Pita Pitos -hoy Zeta-Zetas-, una nómina a la que hasta 2018 también perteneció Keyla Jerez, de Bambas y que recaló en Marchilongas.

Adela Peña es ejemplo de un murguero de cuna. Nacida en Santa Cruz en 1989, cultivó su pasión por el género crítico gracias a su familia. A su padre le encantan los Diablos Locos, pero no militó en ningún grupo; tampoco su madre, pero encontró en su tía Ana a uno de sus mayores avales para que, como la cuidaba de pequeña porque sus padres trabajaban, convenciera a su madre y la dejara salir con ella en Las Que Faltaban, donde otro familiar -Magüi- también tocaba el timbal.

Frente a la pasión de su padre por Diablos, Adela reconoce que desde pequeña le encantaban los Bambones, y Las Que Faltaban por los lazos familiares. Sus primeros pasos murgueros los dio gracias a otra prima, Nana -Natalia Aguiar-, que era componente de Melositos, y luego ostentó la dirección de esa formación infantil para, ya de mayor, ser batería primero de Las Que Faltaban y luego de Dislocadas, además de instruir en la percusión a otros familiares.

"Como cumplo el 21 de febrero, el regalo de mis padres era siempre comprarme la entrada para ver a los Bambones en concurso; de hecho hasta que no cumplí 18 años no me dejaban ir sola". "También me reía con Las Que Faltaban por su vestimenta", para precisar su predilección por la buena letra.

Para Adela fue casi un "trauma" cuando sus padres trasladaron su domicilio familiar por razones de trabajo a Los Cristianos, ante la posibilidad de que eso le obligara a dejar su murga infantil Melositos, en la que comenzó con uno o dos años. Siempre agradecerá la disposición de Cristo, que la animó y le permitió que viniera un día a la semana y pudiera salir.

Su vida como murguera infantil transcurrió en Melositos, en la que hasta 2005 fue componente y en los dos siguientes años asumió la dirección. Precisamente la edición en la que se despedía de su paso por la cantera también salió en la adulta Clónicas de la mano de Amelia Tavío, su amiga de vacaciones en Las Caletillas que un día la llevó a la murga y allí se quedó en la fila. De su etapa infantil elogia a su entonces director Félix Padilla, de quien aprendió los primeros conceptos murgueros. La formación que presidía Raquel García cerró sus puertas en 2011 y al año siguiente surge Burlonas, que cambió su nombre al dejar Raquel la dirección y evitar las comparaciones. Dos meses como componente y... por votación de la murga: ¡Adela, presidenta!". "Lo poco que sabía era por lo que había aprendido con Raquel", precisa. En la actualidad, Adela ha asumido el peso de Burlonas: las monta, las dirige y aporta ideas para las letras. Ella asume la parte de Interpretación y Amelia, el disfraz, aunque este año también ha acabado haciendo tocados en el salón.

"Yo no tenía ni idea de lo que era un diapasón ni sabía tocar la guitarra". Hoy, Adela es el corazón de Burlonas, que lleva dos pases consecutivos a final, miembro de una generación de "Melositos" en la que militaron Nahimir, Betuel, Idafe, Amelia, Ruymán, Guayo...

Entre hoy y el sábado desfilarán directores de murgas adultas dentro de cinco, diez o más años.