Manos amigas, colaboradoras, sonrisas puras, gestos agradecidos ajenos al ruido en las redes sociales, sin reproches... Otra cara de la vida que no sabe de prisas. La Sardina de la Inclusión que celebró ayer La Laguna trae moraleja. No solo por el alto número de participantes en esta XIII edición -más de seis mil participantes-, sino por lo que acontece y cómo sucede. Ya a las diez y media de la mañana, la cabecera del desfile llega al teatro Leal. Los grupos se van sumando, hasta arremolinarse a los pies de la torre de La Concepción. Poco importa si hace frío o calor; hace una espléndida meteorología. La Sardina de la Inclusión es un desfile para la reflexión, un oasis de paz, una sucesión de caras de felicidad, tanto la de los cuidadoras como las que van en sillas de rueda. O la de los chicos que, como los del Centro Ocupacional Los Verodes, en San Benito, han elaborado unos cabezudos espectaculares.

Algunos han madrugado para llegar desde Icod de los Vinos, como los alumnos del colegio Emeterio Gutiérrez Albelo. O desde Adeje, en el otro extremo de la Isla. Lucen disfraces reciclados, o de cartón, o goma eva. Cada uno con su pancarta, lo que facilita identificarlos, y saber su reto para el día: "AsuiPuerto. Conquistando la inclusión".

Abre el desfile Los Fuegotes de la Inclusión que, con batucada incluida, no para de cantar su cuarteta: Fuegos los Fuegotes, y somos de La Orotava, y con Los Alisios, tocamos la batucada. Le sigue el colegio Echeyde, el IES Rafael Arozarena, los tambores de Bloko del Valle, el colegio de La Verdellada o el CEIP Aguere, disfrazados de peces de fieltros y barcos de cartón, custodiados por los mayores de Ansina, o por los miembros de Valle Colino; una Sardina inclusiva por edades: se alternan niños con mayores, como la señora que desde lo alto de un balcón de la Pastelería Díaz, con su albornoz, regala abrazos a los participantes por la alegría que contagian. Ayer se viraron las tornas: los niños de las aulas enclave y o de PT (Pedagogía Terapéutica) eran mayoría y el resto de la clase los acompaña. Más preocupados por el sol que por las prisas. Sigue el CEIP Montaña Pacho, las Dominicas de Geneto. Otra pancarta para la reflexión, esta vez del IES Canarias: "Por un Carnaval en colores". Detrás, alumnos del CEIP San Matías.

Desde La Concepción a La Carrera, para girar por Viana y, de ahí, a la plaza del Cristo. Sin principio ni fin. Sin estridencias. Un paseo bonito, en el que se mezcla el alcalde de La Laguna, José Alberto Díaz, que saluda a la consejera de Políticas Sociales, Cristina Valido. Para Díaz, "el acto certifica que La Laguna es la ciudad de la inclusión". Recuerda cuando como responsable de Seguridad, hace tres años, José Juan Cruz le propuso celebrar el acto. "Querían hacer un recorrido pequeño, sin molestar. Lo puse en contacto con un oficial de Tráfico y los animé a recorrer las calles principales. Se ha convertido en un acto de referencia y convivencia", añade. Y se le escapa: "Voy de llorada en llorada. Esto es una pasada".

La Sardina de la Inclusión tiene un lenguaje universal, la batucada que se activa a toque de pito que ilumina las caras de los chicos, como si fuera obligado ser feliz. Ellos lo hacen de forma innata. Disfrutan con solo salir por la calle, porque hay sol, porque están disfrazados con unas tiras de papel o un sombrero hecho con papel de periódico.

Y sobretodo son felices porque juntos se lo pasan mejor.

La inclusión ''comenzó'' con 30 niños en Icod

Entre los participantes en la décimo tercera edición de la Sardina de la Inclusión, Clotilde González (foto), una de las profesoras que en el curso 2006-07 pusieron en marcha este proyecto en el Colegio de Educación Especial Inés Fuentes, de Icod de los Vinos, siendo director Faustino Estévez. Entre otros compañeros, José Juan Cruz, profesión de Audición y Lenguaje, o Amaya Padilla, de Pedagogía Terapéutica (PT), con la fundamental colaboración del AMPA, gracias a Bibiana Alonso. El objetivo era facilitar a los niños acceder a una fiesta de Carnaval, objetivo complejo cuando existe una diversidad funcional.

La Sardina de la Inclusión se desarrolló el primer año en el colegio, con un minicoso en el que participaron unos 30 chicos que hicieron sus disfraces y la sardina. A la siguiente edición, salió a la calle Elías Serra Rafols, que está junto a las instalaciones, hasta que al tercer año recorrieron el casco de Icod de los Vinos. Se había logrado poner en marcha, luego visibilizar y normalizar. Tras diez años en la Ciudad del Drago, este desfile se trasladó a La Laguna, donde se ha celebrado en las tres últimas ediciones, mientras muchos de sus iniciadores están en otros centros.