MI COMPAÑERO Sergio Lojendio acaba de publicar en la sección "El Gongo" de este diario, un magnífico y significativo y hasta exhaustivo artículo contra la desaparición del emblemático "Cine Víctor" de Santa Cruz. Revolviendo en la memoria, que actualmente está medio "tocada" por la convalecencia por la que pasa un servidor, recuerdo que, cuando yo era pibe y hasta ya mozalbete, había un bien surtido estanco-bazar en la plaza de Candelaria, esquina a la conocida calle del mismo nombre, que era propiedad de un prestigioso empresario llamado, creo recordar, don Víctor González Delgado. El señor González Delgado y su familia sorprendieron de pronto al pueblo de Santa Cruz con quizás el más bello y mejor salón de proyecciones cinematográficas de la ciudad, seguido del Royal Victoria, del Cine Greco y del Teatro Baudet. Al nuevo cine le pusieron el nombre de don Víctor.

Lojendio revela en su escrito el valor arquitectónico del edificio del Cine Víctor, obra del arquitecto Marrero Regalado, autor del nuevo Santuario de la Virgen de Candelaria y otras singularidades y valiosas construcciones. Dice Lojendio que la bella sala donde se cuidó mucho la decoración interior, además de los equipos de proyección y sonoro fue lo más moderno que se vio en Canarias en 1954, año en que se inauguró el cine. El periodista arremete contra la que llamaba "legión de técnicos ineptos", a los que yo añado de "administrativos y autoridades igualmente decorativas", por consentir que una obra tan maravillosa como el Cine Víctor esté condenada al derribo; es una barbaridad y un despilfarro. Si se trata de la supuesta tacañería del Cabildo insular y nuestro ayuntamiento, hacer una llamada a una suscripción, que estoy seguro que el pueblo de Santa Cruz no permitirá la demolición de tal obra de arte en una población donde el teatro Guimerá pide ya auxilio porque tiene sus días contados y nos vamos quedando muy lentamente, o más bien rápidamente, sin salas de cine. Ya han cerrado los multicines Greco y otros. En Las Palmas, provincia a la que tanto criticamos, no se da un caso tan lamentable como el del Cine Víctor.