Con la escasez de demanda y la lucha encarnizada por ella, se detectan dos tipos de reacciones extremas en los vendedores de bienes o servicios:

Por una parte, los que quieren ganárselo todo con una venta, trabajo, golpe u ocasión. "Si no, no cubro gastos" y le mandan una clavada que lo dejan patidifuso. Suele suceder, camuflados en muchas actividades o profesiones, cuando son eventualidades reclamadas a desconocidos y a los que no se les solicita un presupuesto anterior.

Por otra, los que hartos de defender el castillo, ante tantas adversidades, pierden la esperanza y la razón y deciden tirar la toalla vendiendo el BMW nuevo a 200 euros. Producen lo que para los interesados son chollos o bicocas, ocasiones desmelenadas basadas en el agobiado vendedor.

Lo normal, lo aconsejable a medio plazo es mantener una línea de adaptación a un mercado en continuo cambio, y si hay que subir o bajar (en definitiva, variar), ir haciéndolo de manera gradual basándonos, sobre todo, en un concepto de planificación meditada y buen hacer. Los tiempos de los chiringuitos, las horteradas, las chapuzas y los apaños parecen que terminan y se consolida cada vez más el triunfo de la capacidad y, sobre todo, de la profesionalidad de los individuos en cada segmento, cometido o labor. La calidad al poder.

La "profesionalidad" puesta encima de la mesa y entendida como la búsqueda de la optimización posibilista de los recursos disponibles, más la observación detenida y con visión de futuro de los cambios, cada vez más rápidos en la oferta y la demanda. La teoría es fácil, lo malo es llevarla a la práctica

Los recursos han sido siempre el problema, perpetuamente limitados. Tiempo, dinero, información, medios, colaboradores, inercias, publicidad... y de eso hay que partir.

Vemos, cara a cara, interactuando con nosotros, a las grandes multinacionales del consumo masivo, las que se supone que tienen a su disposición todas cuantas cartas son necesarias para la jugada, y detectamos que han elaborado estrategias o planes de bajadas de precios, adelanto de rebajas, ofertas irrechazables? en lo que son fechas de aceleración de la demanda y en las que nunca habíamos visto semejante cosa.

Ellas (las multinacionales) también son presa de las dificultades, de sus calvarios particulares, y al pequeño y mediano comerciante, empresario o autónomo, no le queda más remedio que imitarlas en la medida de lo posible, seguir apretando los dientes y plantando cara con la capacidad de sacar partido a los encantos y características propias. Sin que se pueda nunca generalizar en economía, aquí es donde juega un papel decisivo la categoría de la atención, calidad y el trato individualizado. Con este factor, no pueden ni podrán competir, y aunque hoy por hoy esté muy mal recompensado, es el futuro y por lo que hay que apostar.

Las administraciones ya se han dado cuenta de que la pyme es la que soporta masivamente el peso y el esfuerzo de competir (con todo soplando en contra) y empiezan a buscar maneras de alentar su pulso con los tiempos. Pónganse las pilas. Es cuestión, pues de pilas y tiempo.

Hay muchas empresas Canarias, dando la batalla en sectores en los que aún se mantiene el tipo. Es el año de la esperanza para ellas, porque cuando llueve, llueve para todos, y muchos de los que parece que no se mojan son verdaderos coladores. Es el año de apoyar al capital y al trabajo de las islas y de la profesionalidad bien entendida. De la calidad como norma y no de las clavadas o chollos "no planificados".

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