Quién me iba a decir que, después de tantos años, cuando uno necesita fuerzas y no sabe de donde sacarlas, iba a encontrarme yo con una palabra tan insignificante -en apariencia, al menos- como el pronombre la y que me habría de producir tantos quebraderos de cabeza, tantas situaciones conflictivas e incluso tanta falta de apoyo por parte de mis amigos. ¡Quién me lo iba a decir! Y menos mal que yo, en su momento (artículo 268, de fecha 13 de diciembre) no hice afirmaciones tajantes ni me dediqué a pontificar. Sólo dije que, por razones de eufonía, acostumbro a emplear le donde importantes escritores escriben la. Pero me han llovido las quejas y no me queda otro remedio que prometer que, de ahora en adelante, diré y escribiré la en lugar de le en oraciones del tipo siguiente:

"Se la nota más animada". Aunque me siga sonando mal. Viene a ser una cosa así como si un padre decide imponer a su niña recién nacida el nombre de Pantaleona, habiendo, como hay, esos otros de Cataysa, Jennifer, Danoa y cosas así. Y, sin embargo, Pantaleona es un nombre que cuenta con todas las bendiciones. Se trata, simplemente, de que mi sentido de la eufonía y el que tienen otras personas son diferentes. Ni mejor ni peor: simplemente distintos.

Añado unas palabritas para Miki y Lolo. Escuchen: "Se la tiene por muy inteligente" es una oración correcta; la es complemento directo por méritos propios. Pero si decimos: "Su padre la dio un bofetón por testaruda", caemos en un error porque la no es complemento directo; ese honor le corresponde a bofetón. Y se acabó lo que se daba. Paso a otra cosa.

Cuando yo estudiaba en La Laguna (entre 1946 y 1948), un condiscípulo estuvo muchas semanas tomándome el pelo (me llamaba mago del Norte) porque había conocido a una chica de mi pueblo que se expresaba a su aire y decía "por de fuera". Yo trataba de defenderme asegurándole a mi amigo que no todos los habitantes de Garachico decíamos "por de fuera"; que sólo lo decían algunas personas. Llegué a pensar desde entonces, hasta hace poco tiempo, que aquella expresión era un canarismo. Luego supe que se trata de un modo arcaico de expresión. O sea: un arcaísmo. Nada grave, como pueden ver.

Pero Dios no abandona al que cría. Estoy leyendo "Caracteres y circunstancias", de don José Ortega y Gasset. Y resulta que, en dos ocasiones, el ilustre pensador escribe "por de fuera" sin que se note que le tembló el pulso cuando cometió tal pecado. En la página 106 leo lo siguiente: "Las cosas que les pasan cáenles por de fuera; por esto, sus actos no aclaran...". ¡Si mi condiscípulo hubiera leído en su día al Sr. Ortega...!

Pero hay más. En esta lectura que estoy haciendo, el famoso filósofo emplea la voz libertar, con la que yo no me he encontrado en muchos años. Y no la he escrito porque suelo emplear otro vocablo. Concretamente liberar. A mí me parecen dos palabras sinónimas, aunque de épocas diferentes. Algunas personas me dicen que no, y yo no sé qué debo hacer.

Don José escribe: "Esta explosión nos liberta del desequilibrio nacional" (pág. 122). Pero antes, en la 62, deja escritas estas palabras: "El libertarse de las cosas huyendo de ellas". Yo, en tales casos, hubiera escrito, no sé si con éxito, libera y liberarse. ¿Serán o no sinónimas las palabras liberar y libertar?

El DRAE afirma de liberar lo siguiente: "Hacer que alguien o algo quede libre"; mientras que de libertar se afirma: "Librar a alguien de una atadura moral que tiene o podría tener"

La verdad es que se ve una ligera diferencia; pero si don José Ortega y Gasset ha escrito lo que ha escrito, uno se inclina a pensar que sus razones tendría para opinar así. O podría ser que se trate también de un arcaísmo como aquel de "por de fuera".