Lo decíamos ayer pero no nos queda más remedio que insistir hoy: las acusaciones de racismo y xenofobia se han convertido en la orgía de algunos. Una especie de juego de pelota, de balompié disparatado, sin que sus participantes sean conscientes del estropicio que están originando. Los participantes son políticos sucios y periodistas mendaces, que no saben qué hacer para ocultar su incompetencia. Llevan mucho tiempo tratando de aparentar eficacia con la interposición de denuncias absurdas y a mansalva. Con ello sólo consiguen entorpecer la marcha de la Justicia. ¡Malditos incompetentes! Esperamos no ver más a ninguno de ellos cuando acabe esta legislatura. Ninguno merece seguir cobrando del pueblo, salvo dos o tres cuya trayectoria hemos seguido desde el observatorio de EL DÍA y nos parecen personas válidas. Llegado el momento haremos públicos sus nombres. En cuanto a los demás, insistimos en lo dicho: la alegría con la que tratan asuntos serios nos parece repugnante.

Dejamos este tema -aunque volveremos sobre él- y entramos en lo que nos ocupa hoy. Por primera vez el jesuítico presidente del Parlamento de Canarias dice algo con sentido y no mete la pata, como hizo cuando reprobó a EL DÍA; es decir, cuando atacó a la libertad de expresión y conculcó la Constitución española, que ampara precisamente el derecho a informar y opinar libremente. Por ese motivo hemos presentado una querella criminal contra los miembros de la Mesa del Parlamento, que está en curso. Pese a ello, acierta este jesuítico político -esperamos que sea uno de los que desaparezcan de la escena pública al final de esta legislatura- cuando pide a los partidos que ayuden más al Poder Judicial, "pues lo está haciendo muy bien". Totalmente de acuerdo. También coincidimos con el presidente del Parlamento -persona que le ha hecho mucho daño a EL DÍA, a la libertad de expresión y a Tenerife- en que se debe dejar trabajar a la Justicia sin presiones. En esta Casa hemos sido víctimas de esas presiones a los jueces. De forma concreta, algunos periodistas canariones empujaron a varios magistrados a que se pronunciaran en contra de la línea editorial de EL DÍA. Una queja nuestra sobre estos hechos ha motivado que el Consejo General del Poder Judicial haya abierto un expediente a dichos jueces. Eso demuestra que la Justicia, y en este caso su máximo órgano de gobierno, es sensible a los planteamientos de los simples ciudadanos. Para nosotros continúa siendo inconcebible que a estos magistrados, dignísimos profesionales en el ejercicio de sus funciones, se les intentara embaucar con artículos rastreros escritos por periodistas deleznables.

No sólo el jesuítico. También nosotros opinamos que del Poder Judicial, tan benefactor de la sociedad y tan justo, se está abusando de forma excesiva y hasta delictiva por parte de ciudadanos y políticos de ínfimo orden y repugnante catadura, erróneamente convencidos de que se pueden atiborrar los juzgados con casos estúpidos. Entre ellos, las continuas denuncias por racismo y xenofobia. Lo manifestábamos en nuestro comentario de ayer y lo repetimos hoy: no hay racismo ni xenofobia en Canarias; hay superpoblación. Que no sigan algunos buscándole tres pies al gato. El negro es un color como los demás en la escala cromática, por mucho que se empeñen en hacerlo desaparecer. Y hasta en los muy democráticos Estados Unidos de Norteamérica, EEUU, cuando citan y escriben "raza negra", incluso cuando hablan de su presidente. ¿O no?

En definitiva, somos forofos de los jueces y de la Justicia, además de partidarios de cortarles las alas a los que los atiborran con babiecadas. Aunque jamás podremos olvidar su injustificado ataque contra esta Casa, hemos de reconocer que acierta el presidente del Parlamento cuando dice que acudir a los tribunales es un derecho de todos los ciudadanos, aunque se debe tener cuidado con la forma en que se hace. Ahí tenemos el vergonzoso caso de un infame concejal que saltó de alegría en cuanto Isaac Valencia abrió la boca: ya tenía un motivo para acudir al juzgado con una acusación de racismo. Parecía que estaba esperando la caída de la hoja. Qué benemérito político; todos los votos, para él.

No queremos concluir este comentario sin aclararles algo a los lectores. De momento no vamos a decir su nombre, pero quien puso de moda las acusaciones de racismo y xenofobia, y las extendió a través de periódicos digitales de Las Palmas, fue un periodista maloliente, resentido, fracasado y despreciado por el propio periódico desde el que atacó a EL DÍA y a su editor, José Rodríguez. Su campaña indujo a la ignominia a varios sujetos y sujetas de la prensa, la política y hasta el profesorado de la Universidad de La Laguna; personas que han llegado a llamarnos miserables. Ya veremos si lo justifican frente a la Justicia. Con respecto a otro hombre de la Cultura que nos llamó canallas, pensamos dejarlo en paz por su edad y porque queremos predicar con el ejemplo y no atiborrar nosotros también a los juzgados.