1.- No es nuevo. Se produce estando generalmente el PSOE en el poder. Una vez que llegan a él ponen en marcha "su" aparato judicial. La consigna es inundar de denuncias los juzgados; alguna cae. No significa ello que todo el país sea culpable, sobre todo la oposición. Significa que existe tal maraña de leyes y tal confusión histórica sobre la ética y la estética, sobre la rectitud y la falacia, sobre el dolo y la buena fe, que todo acaba en los gruesos tomos de la instrucción. No es presentable que un ministro en conflicto judicial con la oposición se vaya de montería con el juez encargado y con una fiscal y con un policía actuantes. No es normal que ese ministro no haya dimitido, por pudor. Pero tampoco es normal que Bermejo haya sido nombrado ministro de Justicia cuando, desde su actuación como fiscal, se habían detectado de sobra su sectarismo y su ideología. Así que la Justicia no se arregla porque nadie quiere arreglarla. Porque todo el mundo la usa, haciendo, incluso -y fíjense qué grave-- cómplices del poder a los jueces, a los fiscales y a los policías.

2.- Cuando lleguen los otros al Gobierno, que llegarán, tarde o temprano, agárrense los machos los socialistas. Serán víctimas, por venganza, de la propia crispación que han creado. No se dan cuenta de que, además de ellos, del elenco político, existe lo que se llama la mayoría silenciosa. Creo que fue Ortega quien la definió así, no he tenido tiempo de mirarlo. Una mayoría silenciosa y atónita que contempla cómo desangran al país entero en los juzgados, convertidos en el gran teatro de España. ¿Quién dijo que en la vieja Iberia existen garantías jurídicas? ¿Se puede acusar de cohecho a un alcalde -Zerolo- sin decirle en qué ha consistido su presunto delito? ¿Se pueden filtrar los sumarios a la calle, cuando llevan el sello de "secreto", sin que nadie investigue a los autores, sin que nadie los encuentre y los condene? ¿Se puede dejar indefensos a los supuestos implicados?

3.- Pues sabrán ustedes que yo creo en la inocencia de Zerolo; lo creo a pie juntillas. Conozco a su familia, lo conozco a él desde que era niño y no me pega que Miguel haya aceptado prebendas, regalos o dinero de nadie. Fíjense que no puedo hablar de algo concreto, porque no sé "por qué" lo acusan. Sólo sé "de qué" lo acusan. Extraño en un Estado derecho, ¿no? La Justicia pasa por un mal momento. No se le respeta porque ella tampoco respeta a los ciudadanos; porque se ha dejado coger la camella por el poder político; porque ya los jueces se dividen entre "progresistas" y "conservadores". ¿En virtud de qué, de su afición por el PSOE y de su afinidad con el PP? Triste. Tristísimo. Muy propio todo de un Estado judicial, connivente con quienes gobiernan. Y muy útil a la hora de destrozar un país.