Se ha conmemorado el bicentenario de la Guerra de la Independencia, que finaliza el 1 de mayo con el "pregón" del alcalde de Móstoles. Que no fue único. Los catalanes habían desoído la oferta de Napoleón de que Cataluña se incorporase a Francia. Pero enviaron a unos cuarenta mil voluntarios a Aragón. Además de la M. Rafols, fundadora de las religiosas de Santa Ana, con unas diez religiosas, que en el hospital de Nuestra Señora de Gracia, de Zaragoza, no sólo hicieron una defensa heroica, sino que se convirtieron en sanidad cívico-militar auténtica cuando la evacuación de aquel hospital hubo que hacerlo a la basílica del Pilar o a la Lonja. También los vascos lanzaron el manifiesto al "resto de los españoles?no os llaméis más que españoles". ¿Cómo y por qué empezó?

En este bicentenario ha habido una inmensa bibliografía. El historiador y jesuita Fernando García Gortázar llegó a hablar de "los aniversarios temibles, pero que al mismo tiempo puede servirnos para mirar cara a cara el pasado y no quedarnos prisioneros del mismo? La historia es partera de la nación? A los nacionalistas no les interesa, en absoluto, conmemorar la Guerra de la Independencia, que fue la que a un pueblo disperso, aparentemente, lo transformó en comunidad nacional por el calor de su respuesta unánime al extranjero". Destacaría una conferencia del teniente general Casinello sobre "Las guerrillas", y otra del general Alejandre Sintes sobre "La Guerra de la Independencia y el siglo XXI", que fue una aportación crítico-positiva al momento actual de las instituciones y, de entre ellas, el Ejército. De otro lado, Alonso Vaquer hizo bien en resaltar el aspecto de "guerra militar", cuyo estudio completo se encomendará a la Asociación Española de Militares Escritores de toda España.

Más atrás de su comienzo, el día uno de mayo estuvo la abdicación de Carlos IV, la conspiración de El Escorial y el motín de Aranjuez. El levantamiento se hizo en un "más allá" de las cuestiones dinásticas. Se ha subrayado que "la Guerra de la Independencia abortó la desintegración de España por el camino de cuestiones dinásticas". Indudablemente, la ocupación por tropas francesas, como consecuencia de su paso a Portugal, para cortar el camino a Inglaterra, en guerra con Francia, que motivó una respuesta popular frente al temido invasor-ocupante. Pero en el Estatuto de Bayona, a los pocos meses -8 de julio de 1808-, descalificándole alzamiento y estableciendo una "constitución", fue el estímulo a las Juntas Provinciales, como órganos de enlace, cooperación y equilibrio. No sólo para ganar la guerra a un invencible Napoleón, sino para sentar las bases de una "monarquía liberal".

Convocadas las Cortes Generales, en representación del pueblo, a través de las Juntas, y ya más despiertos los eclesiásticos superiores, los altos militares, y los procedentes de distintos estamentos, se preparó lo que sería una auténtica exposición de motivos, con el nombre de "Discurso Preliminar", aprobado el día 24 de diciembre de 1811. Tal texto es una pieza jurídica de gran altura, en donde lo abstracto se pasa a lo concreto, de los principios a los valores, de la reordenación legislativa a la precodificación. Es como una larga meditación, de 99 puntos, sobre el pasado y sobre el futuro. Todo ello para llegar, en plena guerra civil, con una Sevilla bombardeado, a la Constitución de 19 de marzo de 1812. La tercera constitución, tras la de Francia y Estados Unidos de América. Le llegó su abrogación por el repuesto Fernando VII, rabiosamente, un 4 de mayo de 1814. Desde entonces, todo el siglo XIX, infecundo en rectificaciones -"marchemos todos juntos por la senda constitucional", diría después Fernando VII- cuando era ya tarde.

Quedó en pie, como un gran monumento jurídico, la Constitución de 1812, que sirvió de pauta para el anteproyecto de 1929, en la vida de Alfonso XIII, y que fracasó por causas ajenas al general Primo de Rivera. ¿Cuál es su valor o qué representa hoy? Lo colosal es que en plena Guerra de la Independencia pudo hacerse una Constitución que representó un pacto entre todos los españoles, que lograron reconocer la soberanía del pueblo y la libertad del ciudadano, "sujeto al suave yugo de la Ley". Acaso en la situación española actual, en todos los órdenes, un acto de Estado sería el fruto del espejo de 1812.

* Premio Nacional de Literatura