CEODÓS u óxido de carbono, también denominado dióxido de carbono, gas carbónico y anhídrido carbónico. Es un gas cuyas moléculas están compuestas por dos átomos de oxígeno y uno de carbono. Por eso es CO2, y por eso mismo no tiene nada que ver con el agua con gas o con el agua oxigenada. Esto último es una bobería, sin embargo sí está presente en cantidades ingentes en los océanos, disuelto en el mar en cantidades colosales y acumulado en depósitos enormes, por ejemplo, en las microalgas que crecen más cuanto más CO2 hay en el agua. En toda la cadena trófica, en los corales, en los fondos... y no es por nada pero como alguna vez eso salte pa''rriba, la jodimos.

Miren por dónde dicen que no hay mal que por bien no venga (lo dudo). La presente recesión o crisis económica mundial está afectando a que sus emisiones y la de otros gases de efecto invernadero a la atmósfera terráquea se reduzcan nada menos que en un 8%, según informó la secretaria de Estado de Cambio Climático, Dña. Teresa Ribera. Tal como nos habían pintado el panorama, eso sería una muy buena noticia.

La reducción se debe principalmente al menor consumo de energía, que hizo que las centrales productoras (abastecidas por carbón y derivados de petróleo, por ejemplo) funcionaran a medio rendimiento y además se redujo significativamente el uso del coche u otros transportes, con el añadido del aumento de la generación de energías alternativas (eólica, solar...).

"Hay un cambio en profundidad en nuestro sistema eléctrico, que es responsable del 70% de la rebaja", dijo, y añadió que la crisis se notará en la reducción de emisiones de este año. Con este dato, aún provisional, España emite un 42% más que en 1990, cuando el protocolo de Kioto sólo le permite emitir en 2012 un 15% más que en 1990. Es decir, que, aun sin desearse, se retorna al camino de control y reducción. Éste es el mayor descenso desde 1990, fecha de referencia para las emisiones.

Como contraste, el precio de los carburantes ha bajado en 2009, pero Ribera auguró que esto no cambiará la tendencia. La bajada de la producción industrial o el aumento de las lluvias (que suben la producción hidráulica) compensarían este efecto.

Hablando en plata, parece, como decía anteriormente sin saberse a ciencia cierta, que el ser humano, con la emisión de cantidades industriales de este compuesto, provocaba que el equilibrio natural se rompiera hacia un calentamiento global cada vez más acentuado. Las gráficas que recogían las temperaturas vividas en la tierra desde hace cientos e incluso miles de siglos demostraban, según sus patrocinadores, que el hombre estaba variando el clima planetario y que la tierra se calentaba en una progresión alarmante de grados. La radiación rebotaba dentro y provocaba "El Niño", "La Niña" y fenómenos tormentosos virulentos.

Esta crisis parece dar un respiro hasta al agujero de ozono, a las focas y a los pingüinos. Algo es algo y supone posiblemente un lado bueno que, por lo menos, para consolarnos, deberíamos barajar. Un consolador. Quien no se consuela es porque no quiere.

Como recalco, en los últimos años la cantidad de óxido de carbono en la atmósfera ha presentado un terrible aumento. Se ha pasado de unas 280 ppm (partes por millón), unidad empleada usualmente para valorar la presencia de elementos en pequeñas cantidades (traza) en una mezcla. Generalmente, suele referirse a porcentajes en masa en el caso de sólidos y en volumen en el caso de gases. También se puede definir como "la cantidad de materia contenida en una parte sobre un total de un millón de partes" -en la era preindustrial, a unas 379 ppm en 2005 (aun cuando su concentración global en la atmósfera es de apenas 0,03%)-. Este aumento podría contribuir, según el grupo intergubernamental de expertos sobre el cambio climático promovido por la ONU, al calentamiento global del clima planetario; en oposición, otros científicos dudan de que la influencia de los gases llamados "de efecto invernadero (básicamente anhídrido carbónico y metano) haya sido crucial en el calentamiento que se lleva registrando en promedio en la superficie terrestre (0,6 grados centígrados) en los aproximadamente últimos 100 años.

Tenía la intuición de que la gente iba menos al Sur y al Norte. Que se desplazaba menos, que por ahorrar gasolina no iba al Teide. Es cierto, colega.