SIN COMERLO ni beberlo, la secretaria general del PP en Canarias, doña María Dolores de Cospedal reprochaba al grupo parlamentario de Coalición Canaria en la Cámara Legislativa regional porque había permitido que se tramitara una reprobación contra el vicepresidente y consejero de Economía y Hacienda del Gobierno autónomo, don José Manuel Soria. Esta petición, formulada por el Grupo Socialista, siempre atento a cualquier supuesto fallo de sus adversarios políticos, fallo que suelen inventarse cuando no existe. Es lo mismo que están haciendo con el "caso Las Teresitas" y la imputación del alcalde de Santa Cruz, Miguel Zerolo, caso que está ahí sin que nadie lo aclare y lo mueva, como comenta, recientemente, mi compañero Andrés Chaves, en su columna "Superconfidencial" de este periódico.

Pero da la casualidad de que la tal reprobación de Soria no se tratará en sesión parlamentaria hasta dentro de unos días. Sin embargo, la señora Cospedal adivinó, cual fakir, el pensamiento de los componentes del grupo nacionalista y, sin comprobarlo, se soltó el reproche. Tropezó con la declaración del miembro y portavoz parlamentario del PP, Miguel Cabrera Pérez-Camacho, quien dijo que CC, simplemente, actuó de acuerdo con el Reglamento de la Cámara al no oponerse a que la Mesa tramitara la reprobación, que no se someterá al voto ordinario, sino a petición reiterada del Grupo Socialista, a voto secreto, para invitar al incumplimiento a previstos y obligados leales, quienes podrán enmascarar su traición en el incógnito.

Sin embargo, el portavoz del grupo de CC en la Cámara, José Miguel Barragán, garantizó que los nacionalistas "rechazarán, sin fisuras, la reprobación de Soria porque, además de las patrañas existentes en el caso, el Pacto para la Gobernabilidad de Canarias entre CC y PP, suscrito en 2007, establece, en uno de sus puntos, el compromiso de lealtad parlamentaria para ambos partidos, no apoyando moción de censura alguna o propuestas de reprobación a ningún miembro del Gobierno durante toda la Legislatura", con lo que la señora Cospedal se ha pegado un patinazo propio de campeonato olímpico, con su reproche anticipado y su facultad de adivinación del pensamiento, que le salió fallida.