No es fácil compendiar las diversas "circunstancias", en esta hora de España y de sus autonomías, tal como las preveía Ortega y Gasset, para determinar lo existencial de las cosas y de los hombres, sin enajenar su personalidad: la crisis económica que irá pasando, con la misma inercia en que la interpreta el poder ejecutivo, o por el contrario, con la reforma de estructuras, como una ocasión que se pudiera perder; o la epidemia gripal A, B, o M, porque no ha sido feliz el endoso contrato de su origen y de sus causas. O ya no digamos los efectos del Estatuto de Cataluña, respecto de la competencialidad de las instituciones, con fractura de la unidad jurídica -ya se habla de varios códigos civiles- y de la unidad económica o de mercado. O el paro, la deuda pública, la morosidad, la pérdida de confianza no sólo en la operatividad en las transmisiones, sino en otros muchos aspectos de la vida personal y social. En todo esto, a la vez que se ponen remiendos, y vuelve a usarse la mentira como si fuéramos niños y no ciudadanos españoles, se agitan los dispositivos de carga ética y moral del Estado, como si fuera este su papel: sobre el asesinato de seres concebidos y no nacidos, sobre la mente adoctrinada de los niños, la eutanasia o el laicismo radical. Todo en un mismo bote. Sin que nadie, o pocos -salvo algunos obispos y el Papa Benedicto XVI- hablen de reflexiones ético-jurídicas sobre la crisis económica y de la erosión de un ecosistema moral en la sociedad.

Todo esto me hace pensar -y así acabo de lanzar una obra con ese nombre- en una "España en la encrucijada". Jaime Suárez Álvarez, con una hoja histórica personal excepcional -su padre, capitán, asesinado en la plaza de San Jaime, de Barcelona, al colocar un bando sobre la revolución de Asturias-, en representación de la editora, cargó su acento sobre el significado "encrucijada", bien como cruce o salida al camino, o bien -según la Real Academia de la Lengua- como emboscada, o abismo. Tampoco fue fácil responder al por qué de mi pregunta en el subtítulo "¿Hacia una segunda transición?". En el contexto de la obra, que ciertamente interesó mucho, aunque tengamos dudas sobre su proyección en una sociedad en buena parte anémica y anestesiada por el poder -creo que le respondí, en los doce capítulos, nominados sobre "los que no hicimos la guerra", la memoria histórica, el laicismo y su "hoja de ruta", desde 1939, la educación, la familia-, malherida desde la marginación del artículo 32 de la Constitución, el terrorismo, el Ejército, etc. Han sido reflexiones y preguntas, que tras mi obra "El Estatuto de Cataluña como instrumento jurídico. Una meditación sobre España" (2005) he venido haciendo hasta los primeros meses del año 2009. El capítulo final está dedicado a la crisis económica, desde el ángulo de la reestructuración moral de un sistema económico-financiero, como tuve la oportunidad de plantear en la tertulia Natalio Rivas, del Casino de Madrid.

El "padrino" de la presentación de esta nueva obra fue Juan Velarde Fuertes, ilustre humanista -desde el campo de los economistas- que hizo un recorrido histórico de una España, que ha sido ejemplo excepcional para las grandes aventuras de Occidente: la unidad de España en 1492, tras ocho siglos de ocupación islámica; el descubrimiento de América; el freno al comunismo en España, como puerta falsa para su introducción en Europa; la neutralidad difícil en la II Guerra Mundial? Pero, a la vez, en el orden interior, tras el milagro económico -Navarro Rubio, Ullastres, etc.-, entrada en la Comunidad Europea, incorporación al euro. Sin embargo, desde el 14-M, entregados, divididos, en conflicto, en aquellos órdenes que al principio subrayaba. "España en la encrucijada" es más que crónica, historia u opinión. Haciendo pensar -Ortega y Gasset- y que encierra -Velarde- un auténtico grito agridulce a la esperanza de una España en la búsqueda de un camino. Aunque los indicadores de los caminos (Max Scheler) no recorran los caminos.

* Jurista. Académico.