LA PROMESA electoral del presidente Obama de cerrar la prisión de Guantánamo en el mes de enero del año próximo no se le presenta fácil y, a tal fin, se encuentra empeñado preparando un plan estratégico que pueda dar fruto y sea aceptado por los senadores demócratas.

La opinión pública norteamericana, que está sometida y acostumbrada a todo tipo de encuestas, ya ha manifestado en un 48 por ciento estar en contra del cierre de la prisión y menos aún si los 240 encarcelados se tienen que distribuir por los diferentes Estados.

Alegan que esto contribuiría a comprometer aún más la seguridad de los EEUU, puesto que los grupos terroristas podrán someter a chantajes al gobierno de Washington o estimular cualquier dispositivo terrorista que dificulte la convivencia norteamericana.

Lo que sí se baraja y se propone como alternativa es que si fuera posible que pudieran quedarse unos pocos dentro del territorio norteamericano, el resto serían acogidos y diseminados por otros países de Oriente Medio y de Europa, entre los que se encuen- tra España.

Por medio del ministro Moratinos cuando se suscitó esta idea no le desagradó y apuntó su colaboración, aunque hay que considerar que muchos países europeos no querrán asumir lo que EEUU repudia, sobre todo, no por humanidad, sino porque estar bajo el punto de mira de los terroristas como que no tiene mucha gracia.

Si fuera así y esto se llevara a cabo por el Gobierno español, seguramente se pensará en Canarias como tierra que fue en su día de destierro y confinamiento de aquellos que comprometían la seguridad del Estado. Canarias está lejos y lo que allí suceda apenas afectará a los que viven en Madrid y sus alrededores (seguro que pensarán así).

Con esto, lo que se produciría sería lo mismo: Canarias estaría bajo la óptica del terrorismo internacional y lo único que nos faltaba después de la crisis del turismo, como primera industria de las Islas, y la amenaza no tan quietista de la gripe porcina, que tuviéramos también la intranquilidad que nadie quiere tener, al tener aquí esos presos, usando las Islas como reservorio de lo que molesta y compromete.

Si fuera así, tendría que aflorar la preocupación responsable, y no tarde sino a tiempo, que no nos coja con el paso cambiado y que sea apenas se produzcan los primeros movimientos que indiquen que la cuestión va por ahí: desde Guantánamo a Canarias.