En unos tiempos en los que nada, o casi nada, es perdurable, emociona saber que la unidad más antigua de nuestro ejército, y probablemente del mundo, el Regimiento de Infantería Ligera Soria nº 9 cumple su V Centenario. Su origen lo sitúan los historiadores en el año 1509, fecha en la que el Rey Católico, Fernando V, envía a Italia cinco mil hombres al mando del maestre de campo don Pedro de Zamudio, a defender los intereses del Reino de Nápoles en la península de Italia, la cual aún no existía como nación, acuartelando en la misma a las órdenes del virrey don Ramón de Cardona. La historia, prolija en hechos de guerra, cuenta el devenir de estos soldados españoles y de los que los que se encuadraron en estas filas con posterioridad, protagonistas de momentos heroicos y gloriosos, al amparo de diferentes nombres, pero siempre con el denominador común de su pertenencia al arma de infantería y de ser considerados "el azote del mundo conocido".

Cinco siglos dan para mucho. Se puede hablar de evolución del armamento y de los medios de transporte; de cambios en las tácticas de guerra y en las formas de instruir y mandar a los soldados; de los diferentes reyes que hasta 1850 los tutelaron, y de los gobiernos de la Nación que les ordenaron, así como de los lugares geográficos de asentamiento de la Unidad. Con todo ello puede hacerse un recorrido por la historia moderna y contemporánea de España, Europa, América y África. Pero para ello hay voces más cualificadas. La mía, en este caso, pretende resaltar la importancia de la disciplina en los ejércitos homenajeando a los miles de soldados de esta Unidad, los cuales han doblegado su voluntad individual para servir con honra al país, combatiendo y hasta muriendo por un ideal. El oficio del soldado, tal y como lo definió Calderón de la Barca que fue infante, está hecho de renuncias, de días de instrucción y noches de intemperie, de afán y de impotencia, de sudor y sufrimiento, pero sobre todo de camaradería, de respeto a las normas y del orgullo por ser continuadores morales del legado de los que les han precedido en el arma. Todo ello marcado por la uniformidad y la marcialidad de los movimientos, protegidos por sus imágenes tutelares y por los símbolos que los identifican.

Independientemente de los rangos, los soldados y oficiales son hombres y mujeres, seres humanos que viven con emoción contenida esta efeméride, acariciando la memoria histórica de un colectivo que lleva por sobrenombre "El Sangriento", en recuerdo del heroico comportamiento de sus soldados en la batalla de Rocroi en la que perecieron casi todas sus huestes. Da igual el mentarlos como agrupación, tercio, unidad o regimiento, lo que cuenta es que fueron retratados para la historia por Velázquez en su obra "La Rendición de Breda", conocida también como "Las Lanzas", testigo intemporal del poderío y del dominio de la infantería en el campo de batalla.

Y desde la campaña de Nápoles hasta hoy, víspera de la visita de S.M. el Rey a la guarnición de Fuerteventura, para conmemorar con los soldados y mandos del Soria nº 9 los 500 años de su Regimiento, muchos han sido los caídos en combate, pues históricamente el arma de infantería ha sido la fuerza principal de los ejércitos del mundo. En el primitivo arte de la guerra se habla de que iban los guerreros sumerios y egipcios, armados con hachas o mazas, lanzas, escudos y espadas, protegiendo a los arqueros que diezmaban las filas enemigas durante los combates. Con la consolidación de unidades como la falange de Alejandro Magno o la legión romana, los infantes cargan de una forma más ordenada, contraatacando hábilmente y haciendo de Roma, incluso en condiciones de inferioridad numérica, una potencia en el campo de batalla. Supremacía que se debilita en la secuencia histórica, con la irrupción de la caballería pesada francesa pero, poco tiempo después, con la aparición de nuevas artes y estrategias, la infantería masacra en el campo de combate a la caballería. La evolución, merced al avance tecnológico de las armas y al estudio de los movimientos en el campo de batalla, ha continuado hasta nuestros días, y ahora se habla de la infantería moderna, un elemento indispensable para cualquier incursión en profundidad dentro de un territorio enemigo. En el caso de la llamada infantería ligera, como el Soria nº 9, equipada con transporte blindado de personal y artillería también ligera; es decir, con movilidad para explorar y asaltar cualquier objetivo.

Como apasionada de la heráldica destacaría que, presidiéndolo todo, estará el escudo de armas del Regimiento, otorgado después de algunos dimes y diretes, por el rey Felipe V en Real Cédula de Gracia, y en el que se homenajea a la ciudad de Soria. Su blasonado es: en campo de gules: -por la sangre derramada por España-, figura un puente en su color, plantado de cinco arcos sobre ondas de agua, -la franjas ondadas son los peligros, y el puente el que salva de los mismos-, guardado de un castillo de oro -el castillo simboliza la ciudad y el oro significa esplendor y heroísmo-, donjonado de tres torres y mazonado de sable: la torre homenaje sumada de una cabeza coronada, -que representa a Alfonso VIII y la fidelidad a Soria-. Saliendo de la base del castillo y circundando al mismo, una orla de plata con inscripción en sable "Soria pura cabeza de Extremadura" -que recuerda lo que eran aquellas tierras por entonces-. El todo colocado en una cartela de sinople, con vueltas de plata y timbrado de corona ducal. Pasado en jefe, por detrás del escudo, una barra de plata rematada de piñas de oro -que representan los pinares sorianos-, de las que penden dos cintas con los colores nacionales -que simbolizan el valor descansando sobre la fama- y, en sus extremos, dos cruces laureadas de la Real y Militar Orden de San Fernando, la más preciada condecoración militar española otorgada al valor heroico, como recompensa a acciones, hechos o servicios militares, bien individuales o colectivos, que lleven implícitos el riesgo de la propia vida y siempre en servicio y beneficio de la Patria.

A partir de Felipe V, tras el regreso de estas unidades expedicionarias a España, las ciudades de Soria, Toledo, Sevilla, Fuerteventura -esta última desde 1996- han acogido al Regimiento Soria nº 9, por tanto también han sido anfitriones geográficos de los actos conmemorativos de esta efemérides, pues la isla majorera es su cuarta y última guarnición. Y Puerto del Rosario, la capital, el escenario propicio para que, bajo la advocación de María Inmaculada, proclamada Patrona y Abogada del Arma de Infantería, y de la Virgen del Rosario, que lo fuera de este Regimiento, se escuche el himno que cantan y han hecho suyo los soldados infantes del Regimiento, y en cuyos versos reza: "Mira esa seda roja y dorada, teñida de sangre, bañada en sol, es la bandera de mi mesnada, de quien se llame buen español". "Los tercios guardan la historia, dos nombres del Regimiento, emblemas de prez y gloria: "De Nápoles? El Sangriento".

Las crónicas apuntan que estos tercios fueron considerados por sus contemporáneos como "la mejor infantería del mundo" y que son, en la actualidad, un modelo a seguir, pues su actuación ha estado siempre regida por los fundamentos morales de la obediencia, el orgullo de ser soldados, la lealtad al Rey y la defensa de la Nación, sobran pues los motivos para sentirnos orgullosos de su trayectoria y desearles, como es obligado, un cumpleaños feliz.