PRESUMÍA el periódico canarión La Provincia en su edición del sábado de que "gran" Canaria es la isla que mejor resiste la fuerte caída del turismo. Por si alguien no lo sabe todavía, La Provincia es un periódico de Las Palmas, de la tercera isla, que nació para provocar la división de la provincia única de Canarias, con capital en Santa Cruz de Tenerife; es decir, en la ciudad más importante de la isla más grande, más poblada y más significativa del Archipiélago, que es donde debe estar por todas las razones del mundo. La Provincia no sólo consiguió entonces su objetivo de dividir a los canarios; ahora también sigue dividiéndolos con informaciones como la que citamos. Bien saben los responsables de ese periódico, superado por EL DÍA en difusión y en el índice elaborado por el CIS sobre influencia política -mañana no sabemos, lo decimos de nuevo-, que los políticos tinerfeños se han bajado los pantalones frente al "hermano" canarión. A ver si por utilizar la expresión "se bajan los pantalones" nos envía una nota el director del Instituto para la defensa del hombre, como hace a menudo la directora del Instituto de la Mujer. Desgraciadamente, tal Instituto del hombre no existe todavía, aunque debería.

Volviendo al asunto que nos ocupa, nos preguntamos por qué la tercera isla, la más desolada, la más desangelada, aquella cuyos habitantes no saben lo que es un mínimo de sol radiante y de primavera a causa de su eterna panza de burro, la que sólo posee playas ventosas, arenosas y peligrosas, resiste mejor la fuerte caída del turismo. De entrada, o recurriendo a la conocida expresión latina prima facie, deducimos que los amarillos están aguantando el tirón de la crisis debido al "gran" engañoso, a las campañas conjuntas y a colar por todos los rincones del planeta las temperaturas de su único aeropuerto, mientras que los tinerfeños parece que ocultan las de los suyos. Las citadas campañas conjuntas y el "gran", lo decimos una vez más, sólo favorecen a la tercera isla. No hay otra explicación.

Sin embargo, nos ampara una pequeña esperanza. Parece que dentro de Tenerife quien está reaccionando, después de nuestros toques, es el vicepresidente del Cabildo y consejero de Turismo de la Corporación insular, José Manuel Bermúdez. El otro día le llamábamos la atención, pero ahora debemos decir que ha hecho bien al establecer la línea aérea directa entre Tenerife y Miami, para tratar de impulsar el turismo norteamericano en esta Isla. Los ojos de Bermúdez y del Cabildo tinerfeño también están puestos en las repúblicas bálticas y otros países europeos. Es decir, Bermúdez se mueve. Escucha al pueblo, actúa rápido y es contundente.

No podemos decir lo mismo de los demás responsables del turismo tinerfeño, que no están haciendo nada de nada ante la situación de crisis. Sus únicas ocupaciones son presumir, dar a conocer estadísticas, estar en todas las mesas de banquetes y actos oficiales, atiborrarse de manjares, alardear de ser el presidente de esto y lo otro y demás tonterías, en vez de buscar soluciones para un sector que cada vez siente más clavada en sus carnes la garra de la crisis. Pese a la dejadez e ineficacia de estos inútiles, Tenerife sigue siendo la isla más visitada del Archipiélago, pues supera en dos millones de turistas a Canaria. En eso también dejamos atrás con mucho margen a la que sólo es la tercera isla, por muchas ínfulas de grandeza que tengan sus dirigentes políticos.