Qué lejos es ser de Canarias

Soy un humilde ciudadano que el único delito que ha cometido es ser como cientos de personas, motero. No sé si decir esa palabra ya que cuando la pronuncias es como si nombrases al mismo diablo. He tenido la suerte de ser director y locutor de un conocido programa de radio dedicado al mundo de las motos y digo esto porque en los 7 años que he estado presentando y dirigiendo he podido asistir a muchas de las ruedas de prensa que se han hecho referente al circuito de velocidad que han prometido hacer en el sur de Tenerife.

Ruedas de prensa que han quedado sólo en eso, ruedas que no han hecho más que girar sin rumbo alguno; bueno, sólo en una se dijo que se iba a empezar con las excavaciones y mandaron un operario con su pala... pala que todavía está en dicho sitio, comida por la mugre y el óxido del tiempo; que lleva parada esperando a que su operario la ponga en marcha.

Tengo la suerte de conocer a un gran piloto del campeonato del mundo de súper-bike como es Rubén Xaus, que hace aquí, en Tenerife, la pretemporada, por nuestro clima, aunque hay que decir que la hace a medias ya que al carecer la isla de circuito no puede llevar a cabo la pretemporada completa.

Sólo nos queda el circuito permanente de Gran Canaria, que está situado en Tarajalillo, no sé si decir permanente o ya casi ocasional porque han puesto una denuncia por ruidos y se ha prohibido competir en él. O sea que ellos, con todo el cariño en mis palabras, los canariones, y nosotros nos hemos quedado sin el único circuito que había hasta el día de hoy en Canarias por culpa del supuesto ruido, ja ja. Que lo digan en Jerez, Montmeló, Cheste y así un sinfín de circuitos que son venerados como si fuesen templos. Qué importante es prohibir, pero qué lejos es ser de Canarias.

José David Rguez. Galván

La piscina municipal de La Cuesta

La piscina municipal de La Cuesta brilla por su sombra, es decir, suciedad en extremo. Junto a la suciedad, el estruendo que desde ella procede. Algunos asiduos a un gimnasio ubicada en la misma, entusiastas físico-culturistas, entre halteras y mancuernas, alternan extrañas y sorprendentes series de nociva música-ruidosa, que más que estimular puede estresar y hasta originar depresiones nerviosas.

La piscina no está sometida a las siempre necesarias medidas de higiene; parecen desconocer que aún existen productos como detergentes y lejía. Quienes acuden a la piscina se quejan -sobre todo personas ya mayores, y jóvenes-, están más que cansados. En cuanto a algunos físico-culturistas deberían incluir en sus tablas de musculación algunas dosis de civismo. Las desconocen. Son frustrados aspirantes a Mr. Cachondeo.

Pero lo claro de un asunto tan oscuro y pestilente es que no se limpia debidamente. El compadreo y la prepotencia existente entre algunos monitores reclama, por supuesto, que el concejal de Deportes, o quien sea el responsable de dicha instalación, tome cartas en dicha piscina, esperando que las cartas no se ahoguen o queden deterioradas. Cartas enérgicas que obedezcan no sólo a los legítimos derechos de los ciudadanos que viven en la zona sino también a aquellas personas que frecuentan tal infierno de falta de higiene y ruido.

Jesús Domínguez Rodríguez