1.- Llega ahora la Operación Unión, la chorizada de Lanzarote, que pone de nuevo a Canarias en un brete. Curioso: no hay socialistas en el asunto, al menos al examinar la lista de detenidos; sólo un tal Segundo, que fue cargo sociata en el pasado y al que al parecer lo trincaron en una burda transacción. Hombre de la vieja escuela del cartucho, pues. El PSOE de Arrecife se ha apresurado a romper con el PIL, que capitaliza este nuevo escándalo. Cayó un lugarteniente de Dimas, Matías, muy conocido en la isla. Cayó una hija de Dimas y hasta han imputado a una sobrina de mi amigo, el fallecido periodista AgustínAcosta, MaríaJoséGarcíaAcosta. Me aseguran sus compañeros que la soltarán pronto "porque esta chica no es capaz de meterse en ningún lío". Con María José hablé los días posteriores al fallecimiento de su tío; con ella y con su madre. Creo lo mismo: esta chica es incapaz de meterse conscientemente en un problema legal. Pero lo más sorprendente es que el propio Dimas, que se encuentra en el talego, también está imputado. ¿Se puede pedir más desde la cárcel? Cuando lo soltaron, entonces, ¿le estaban siguiendo? Lo sabremos.

2.- Pero hay más cosas. Al sobrino político del rey, el arquitecto Carlos Morales, casado con la sobrina de don JuanCarlos, Alexía, le ha registrado el despacho la Meretérita, que diría ChiquitodelaCalzada. Lo cuenta el confidencial de CarlitosSosa. Este registro habrá dado ya la vuelta al país, la vuelta a España y no precisamente en bicicleta. En este totum revolutum se señala a un empresario de Las Palmas como el mirlo blanco de la cosa. Confieso que no tengo el nombre y que, si sale, ustedes lo habrán averiguado ya por los digitales, los telediarios y eso. Como ven, todo en periodo electoral -curiosa coincidencia- y con un único socialista light en la trama, aunque sea el PSOE quien co-mande en el municipio de Arrecife, que parece ser la madre de todas las batallas. La cosa se pone buena.

3.- En el rebufo de la Unión (la operación esa), debate entre el aburrido MayorOreja y el esperpéntico Juanfer. Como era de esperar, el duelo no lo mejoraría ni mi amigo ZenaidoHernández en una de sus tardes de gloria. Zenaido, en sus tiempos, era capaz de dormir a toda la audiencia de Canal 7 cuando agarraba los trastos y entrevistaba a cualquiera de sus partenaires en horas de modorra. Pues el debate fue una cosa así: sencillamente espantoso. Mucho deberán mejorar -ambos los dos- para que el público les otorgue su voto, aunque ya se sabe que votamos colores: o el rojo o el azul. Ustedes, desocupados lectores, tienen la palabra.