Hace 515 años, en este mes de mayo y en el año del Señor de 1494, se produjo un acontecimiento imposible y fuera de todas las lógicas tecnológicas del momento, que fue achacado a la emboscada y al error garrafal. Tanto, como si un cuerpo entero de marines integrados en el ejército más poderoso del planeta hubiera sucumbido, barrido por un ataque tribal.

Algo así impactante, salvando las distancias de todo tipo, como el telegrama de desafío lanzado por Corea del Norte. El servicio de control espacial del Ministerio ruso de Defensa detectó la prueba del artefacto nuclear con una potencia de 10 a 20 kilotones, informó el portavoz del departamento militar, coronel Alexandr Drobishevski. "El ensayo se realizó a las 04.54 horas de Moscú (00.54 GMT) a 80 kilómetros al noroeste de la ciudad de Kilchu", precisó. La bomba lanzada por EEUU sobre Hiroshima en agosto de 1945 fue de 20 kilotones (un kilotón equivale a 1.000 toneladas de TNT).

Se trataba de un ejército muy bien pertrechado (caballería, especialistas, tácticas, tecnología del acero, ballestas, arcabuces?) con unos dos mil hombres de armas contratados al efecto, que desde el campamento de Jardina (zona que abarcaba desde la actual Gracia, Los Rodeos hasta Las Mercedes) se colocó nuevamente en formación estudiada. En avance precavido hacia el valle de Tahoro fueron hostigados continuamente por algunas partidas de guanches de los menceyatos de Tegueste y Tacoronte, en incursiones menores por los flancos. Pedradas e insultos.

Sin novedad, el ejército invasor prosiguió la puya hacia Tahoro. Por el camino se iban apropiando de numerosos rebaños que pastaban aparentemente abandonados. Así continuaron hasta la altura de la actual Cuesta de la Villa, donde decidieron hacer un alto y formar consejo de oficiales para determinar el proceder. Parece que en el consejo prevaleció la opinión de retornar al campamento de Añaza con la cuantiosa presa de ganados y seguidamente iniciaron la contramarcha hacía Eguerew (La Laguna). De esta manera, retrocedía la vanguardia ufana con la cuantiosa presa cuando en el aire del barranco de Asentehunt sonaron agudos silbidos y ajijides que pusieron en movimiento desordenado a los hatos de ganados al tiempo que caían cientos de grandes piedras y troncos de árboles sobre las sorprendidas tropas. Los banotes hendían el aire yendo a encontrarse bruscamente con los pechos de los mercenarios, traspasando corazas. La sorpresa fue colosal.

Pasados los primeros instantes de estupor en el Ejército invasor, cada uno buscó por instinto un grupo donde apoyarse y, sin previo concierto, entregados a su propia iniciativa, se organizó una especie de defensa por pelotones ante la imposibilidad de maniobrabilidad de los caballos, el arma más efectiva de las tropas españolas. Bien pronto la línea del frente quedó convertida en un amasijo atropellado de hombres y caballos. Toda defensa, ante el empuje guanche, fue inútil. En el fragor de la batalla destacaron por su arrojo y valentía, además del notable Tinguaro,Chimenchia, Sigoñé, Guadafrá, Arafo, Tigaiga y otros significados guerreros.

El desenlace de la refriega, cuatro horas, se salvó con una victoria aborigen, obligando a los soldados supervivientes a retirarse al campamento en Añazo (actualmente Santa Cruz). Se afirma que el pueblo de La Esperanza tiene ese nombre debido a la esperanza de salvación de los castellanos tras la huida de la batalla, al divisar desde esa zona montañosa el campamento en la costa. El propio Alonso Fernández de Lugo escapó malherido, pero pedrada en boca pudo salvar su vida gracias a la ayuda de Pedro Benítez "el Tuerto", algunos güimareros y la gracia de Benchomo.

Los historiadores y la tradición están de acuerdo en el hecho de que el combate aconteció en el Barranco de Acentejo, pero no al respecto del sitio exacto. Unos mantienen que han oído a sus mayores que la batalla tuvo lugar en las Guardas, próximo a la montaña de la Atalaya; otros que fue en el fondodel barranco de Acentejo, por el paso que lo corta el camino de San Juan; Algunos afirman que este punto del barranco fue por donde lo atraviesa la calle de El Medio, y no pocos señalan diferentes parajes del trayecto de San Juan a la ermita de Guía, con especial mención a Las Toscas de los Muertos o Callejón de Centejo, que se extiende a lo largo del borde Norte del barranco de Acentejo o de San Antonio.