¡QUÉ DERROTEROS está tomando la campaña! Es como si todos se hubieran conjurado para el "y tú más". Si Camps anda liado con lo de los trajes, llega el Falcon del Presidente y el Vicepresidente Chaves, apenas pisa Madrid, se encuentra con la empresa de la que su hija es apoderada. Nada produce más cansancio ni más hartazgo que este festival vergonzoso de campaña barata.

Aquí no hay sitio para un punto de prudencia y ni siquiera una pizca de respeto para los electores. ¿Campaña europea? De eso nada. Ni europea, ni no europea. El panorama es lo más parecido a un patio de vecindad, que ni hace sugerente la idea de votar, ni prestigia a los protagonistas políticos, ni nos saca de ningún atolladero. Sirve para que la gente escape, como han escapado los diputados que ayer jueves se encontraron con que no tenían trabajo en el Congreso porque el Gobierno no tiene ningún proyecto de ley que enviar.

Ni los trajes de Camps, ni el avión del Presidente, ni la subvención a determinada empresa andaluza son cuestiones menores; pero en la medida que se utilizan como pedradas contra el adversario, llegan incluso a banalizarse, pero esto es otra cuestión.

Como todo esto era poco, algunas decisiones judiciales se han colado de por medio. La primera, la que legaliza a Solidaridad Internacionalista; el Constitucional no ve las suficientes pruebas como para dar la razón al Supremo, de manera que esta candidatura, avalada por Arnaldo Otegi, y con él por la izquierda abertzale, ya ha comenzado campaña. En un Estado de Derecho, lo que digan los Tribunales es ley y así hay que aceptarlo.

Lo que ya cuesta aceptar sin decir nada es el aprovechamiento que de ese Estado de Derecho hacen aquellos que lo desprecian y burlan en cuanto pueden. Si se les da la razón, silencio; pero si esos mismos Tribunales fallan sentencia en contra de sus intereses, resulta que es una Justicia manipulada. La Justicia es la misma siempre.

Y lo es también aplicable otro fallo sonoro como es el del Supremo imputando al juez Garzón por un presunto delito de prevaricación relacionado con el juicio que pretendía abrir para averiguar y condenar las desapariciones durante el franquismo. Garzón, al igual que Camps, son inocentes mientras no se demuestre lo contrario y esa inocencia hay que presumirla siempre y en todo caso. Sin embargo, en un caso y en otro hay quienes se frotan las manos, unos a favor y otros en contra, convirtiendo a estas dos personas en arietes de campañas estrictamente políticas.

Quedan todavía muchos días de campaña. No es aventurado pensar que en los próximos días habrá más asuntos de polémica. En el PP están convencidos de que "nos sacarán sorpresas" y el PSOE, hasta hace unos días muy tranquilo, ahora lo está menos. Si al PP le perjudica, más allá de los votos, el caso Gürtel, los trajes de Camps, al PSOE no le beneficia el Falcon del Presidente, ni la gripe en los cuarteles. Lo que ocurre, o mejor dicho: el momento político en el que ocurre, hace imposible el debate y marcar límites razonables.

Todo este ruido impide fijarnos en lo más importante, como por ejemplo la amenaza real de un parón del consumo ante el hecho objetivo de que por tercer mes consecutivo bajan los precios y los consumidores se retraen a la espera de que bajen más. Dicen los expertos que si esto ocurre, la economía se colapsa. ¿No les parece muy importante?