UNA VOZ, sólo una, ha clamado para que el tranvía que ha inventado y realizado el Cabildo Insular de Tenerife recupere su línea a Tacoronte, la cual, inaugurada el 24 de julio de 1904, estuvo activa hasta 1956, en que, de forma absurda y con una absoluta, torpe y borrosa visión del futuro de Tenerife, pasaron coches, raíles y maquinaria a llenar los depósitos de chatarra de la isla. Ningún miembro de las fuerzas vivas de la época, que más bien podríamos llamar fuerzas muertas, porque se comportaron como bien muertas, levantó su voz para condenar el tremendo disparate y el enorme dispendio. Contábamos aquí con lo fundamental para conservar y prorrogar, incluso para siglos venideros, como ocurre en tantas naciones europeas, un medio de transporte útil y necesario, barato y con un sostenimiento aceptable para la economía de la corporación que lo administrara. Teníamos la red de raíles, las centrales que producían la energía eléctrica que movía este medio de transporte, contábamos con las cocheras y, por último, aunque podría ser lo primero, poseíamos los vehículos de tracción eléctrica y los vagones necesarios para el transporte de personas y de carga. Si se ponían viejos estos materiales, se compraban coches nuevos, como los que ahora hacen el servicio y hasta podríamos llegar a poseer los vehículos más adelantados que fabrica la industria y que he visto circular en ciudades europeas y americanas, particularmente, en San Francisco, donde el tranvía es una seña de identidad que el pueblo utiliza más para desplazarse que los autobuses, y hasta los coches particulares.

Cuando, hace pocos años, Tenerife reivindicó su tranvía y la constancia y el empeño del presidente del Cabildo, don Ricardo Melchior, no cesó hasta ver funcionando el que actualmente llaman el Metropolitano, mi buen y admirado amigo el catedrático de la Universidad de La Laguna Wladimiro Rodríguez Brito, que es consejero de la corporación insular, dijo que si el pueblo de Tenerife no se hubiera apresurado a levantar y destruir la red tranviaria, ahora se hubiera ahorrado mucho tiempo y mucho dinero en las obras. Es una deducción elemental y un reproche claro al que, repito, fue un enorme disparate. Pero tenemos otra vez tranvía tras muchos años sin él. Lo que nos falta es recuperar una ruta tan representativa y tan popularmente aceptada como la de Tacoronte, que desapareció, de forma tan absurda como las demás, sin dejar rastro. La única voz que reivindica ese trayecto no dije al principio de quién es. Ahora lo aclaro y felicito sinceramente a quien se atrevió a expresar ese deseo, que ni han expuesto el alcalde ni el ayuntamiento tacorontero. La ex consejera de Cultura del Cabildo y actual diputada del Parlamento de Canarias Dulce Xerach Pérez, que nació en Tacoronte, es la que, en representación de CC, presentó en la Cámara regional una proposición no de ley al Gobierno autónomo con la aludida petición. Es un deseo que tiene su base en datos históricos y en lo que supone para la ciudad y su término la recuperación de este transporte tradicionalmente tacorontero. Esperan los de Tacoronte y esperamos los tinerfeños que el Gobierno acceda a esta justa y merecida petición.