EN TANTO que acción o efecto de corromper o corromperse, tomando la tercera acepción de corromper: "sobornar a alguien con dádivas o de otra manera", bien podemos pensar que dicha acción o efecto es algo extendido, cual mancha de aceite, por todo el país, incluido este archipiélago que se halla a 2.000 Km. de la capital del Estado. O sea, que esa lejanía no nos ha privado de tal contaminación. Quizás es que ese "virus" se transmite por contacto con el dinero, tanto más cuanto más "negro" es éste. Y aún desplazándose por la Red en forma de impulsos eléctricos para esconderse o refugiarse en eso que se llama paraísos fiscales. Cuánta corrupción no está materializada en cuentas numeradas por esos mundos financieros.

La corrupción, en sus distintas manifestaciones, parece ser algo consustancial con nosotros mismos, con el desalmado ser humano. Por tanto, también con los dignos representantes de esos seres. No de otra forma se puede entender que, por ejemplo, el tráfico de droga siga manteniéndose fuerte e irreductible. Se dedican considerables esfuerzos y recursos, humanos y económicos, para combatir esa lacra y luego, tras toda la película montada, se esfuman capos detenidos y droga decomisada. Entretanto, al menos, los agentes mantienen entrenamiento y sueldo dedicándose a una función no exenta de riesgo y que una buena parte de la sociedad considera necesaria. Hay otra parte de la sociedad, con capacidad y poder suficientes, que mantiene la estructura de negocio para enriquecerse más y más a costa del vicio de unos y sufrimiento de otros.

La corrupción también se manifiesta en las propias líneas que se establecen para su combate o erradicación. Si no fuera así, ciertamente se habría acabado con ella. Pero no. Es corrupción también no perseguir la ejercida o desarrollada por los acólitos del poder que habría de erradicarla. Y esto vale para todo grupo político en el poder sea donde fuere. De cualquier signo, no digo ideología porque este es un término en desuso real. En Valencia los que se dicen conservadores. En Andalucía los que se dicen progresistas. En Cataluña los que se proclaman independentistas y aún los progresistas, eso sí del PSC, que no quieren ser lo mismo que el PSOE por causa también de independencia (cosa que han puesto de manifiesto en la votación de Durao Barroso en la Unión Europea). ¿Y en las Canarias? Según decía Juan Fernando López Aguilar, siendo ministro de Justicia del Gobierno de España y por tanto sería que tenía conocimiento fundado de ello, la corrupción se extendía por doquier. Algunos casos están en fase judicial. Otros quizás no lo estén nunca porque no hay fiscales para tanto y siempre estará la figura de la prescripción.

Y acaso no es también corrupción el efecto de corromper las costumbres, el habla, los valores morales. En esto, so pretexto de libertad y derechos (¿), don ZP está alcanzando notable altura. Si a ello añadimos su más que notable capacidad para mentir, ya sea por "decir o manifestar lo contrario de lo que se sabe, cree o piensa" y/o por "inducir a error (mentir a uno los indicios, las esperanzas)", habremos de convenir que estamos en un estado de corrupción absoluta.